Misterio para Belén, realizado por el joven escultor e imaginero siguiendo las técnicas de los "presepes" napolitanos a la hora de confeccionar los cuerpos. Los bustos, manos y pies de la Virgen María y San José, la figura completa del Niño Jesús y las dos ovejas han sido modeladas en barro cocido, estucado y policromado al óleo. Todas ellas llevan ojos de cristal pintados manualmente y pestañas superiores de pelo natural. Respecto a sus dimensiones, las imágenes de José, María y el Niño miden 57, 52 y 12 cm de altura, respectivamente.

Para concebir este conjunto, Santiago Carrera ha bebido del arte gótico flamenco, del renacimiento e incluso del manierismo, tratando de aportar su visión artística personal. María y José adoran con fervor al Niño Dios, que retoza plácidamente en su cuna, al tiempo que lo presentan al espectador. Los animales del establo, resueltos con gran naturalismo, aportan el toque costumbrista tan propio de estas pintorescas escenas, en la que también son típicas las ostentosas indumentarias de José y María acordes con la elegancia barroca de Nápoles.

En la ejecución de este grupo han colaborado varias personas para las que el autor solo tiene agradecimientos: la minuciosa confección de los ropajes es obra de Inmaculada Navarro; Blas López ha sido quien ha vestido las imágenes -con unas maneras cada vez más atrevidas y sorprendentes que han terminado de dar el sentido buscado al conjunto-, y Carlos Marqués Pámpano, además de trabajar con Santiago Carrera en los procesos de la obra, ha realizado el excelente nimbo del santo. Sin ellos no hubiera sido posible realizar este proyecto.