MATER DOLOROSA. OBRA DE JORDI FLUXÁ BRU

Jesús López Alfonso (04/03/2015)


 

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Se trata de una imagen de la Virgen Dolorosa que sigue la tradición de la imagen española para ser sobrevestida con telas, siendo por eso de candelero: listones de madera que forman el armazón del cuerpo y quedan cubiertos por las ropas. Está tallada en madera de cedro, es de tamaño natural (mide 172 cm de altura) y tiene las manos entrelazadas en expresión orante, lo que sigue la tradición heredada de la Virgen de la Soledad de la Victoria de Madrid, una obra de Gaspar Becerra realizada en 1565 que se convirtió en la devoción de la capital de los Reinos de España y cuyo modelo se implantó en todo el ámbito del mundo hispánico.

La cabeza de esta obra del ilicitano Fluxá Bru está ladeada hacia la derecha, dando con ello una sensación de abatimiento, lo que queda complementado con el rostro, de gran fuerza expresiva, que nos presenta a María en pleno llanto, con la boca abierta, dejando ver los dientes y la lengua tallados, por la que da la sensación de escapar un suspiro con la respiración entrecortada. El sollozo se acentúa con los ojos entornados, tallados en la misma madera, y la mirada baja, perdida y ensimismada, así como por la encarnadura pálida en la frente y las mejillas, por las que resbalan tres lágrimas de cristal, y que refleja la coloración facial propia del llanto con el enrojecimiento de la zona ocular, la nariz y las chapetas, que aportan gran dramatismo a la imagen. El cabello, peinado en dos grandes guedejas, se recoge en un moño en el que se clava una peina.

La escultura nos remite a los modelos propios del romanticismo español, sobre todo a la figura del maestro de la escuela sevillana Juan de Astorga (Archidona, Málaga, 1779 - Sevilla, 1849), por la belleza juvenil de la imagen así como por la expresión dolorida y ensimismada de sus facciones. Esta juventud no es casual en las representaciones marianas, ya que se asimila con la idea católica de la Inmaculada Concepción: la vejez, la corrupción de la carne y la muerte son consecuencia del pecado original, del que María está libre por disposición de Dios, que prepara así el cuerpo que dará forma humana al Verbo Divino. De ahí el hecho que se representen imágenes de la Dolorosa en la plenitud de su belleza, identificida con la bondad y la mansedumbre hacia Dios. De hecho, la religiosa vidente Sor María de Ágreda, en su obra Mística Ciudad de Dios (1670) que relata la vida de la Virgen, asegura que a los treinta y tres años deja de envejecer.

La encarnadura, por otro lado, continúa con la tradición hispánica de la palidez en las encarnaduras, rota en el siglo XX con la figura del escultor sevillano Antonio Castillo Lastrucci (Sevilla, 1882-1967), que introduce el color moreno en su modelo de Dolorosa castiza. Dicha blancura obedece al ideal de belleza aristocrático, ya que la misma era propia de mujeres de clase alta. Al querer expresar de modo plástico la realeza divina de María, ello se asimila con la terrenal de las reinas europeas, lo cual vemos en obras no sólo andaluzas, sino las castellanas del zamorano Ramón Álvarez, las levantinas de Salzillo o las Addoloratas del sur de Italia.

En esta obra, su novel autor nos muestra su interés por el conocimiento de la imaginería española y su apuesta por lo clásico, lo bello, lo aristocrático y, sobre todo, lo sacro, ya que presenta una Dolorosa llena de unción que conmueve con su gesto a la piedad católica, conectada con la sensibilidad de siglos heredada por la religiosidad española, y que se aleja de modelos hiperrealistas que imperan en la imaginería de los últimos años. En la galería fotográfica que acompaña la noticia aparece exornada con corona y daga cinceladas por el orfebre sevillano Joaquín Ossorio. El atuendo ha corrido a cargo de Cristóbal Pérez.

En la actualidad, Jordi Fluxá Bru se encuentra realizando una imagen cristífera para la Cofradía de la Negación de San Pedro de su localidad natal, que acompañará a las imágenes de San Pedro y la criada hebrea que tallara el maestro valenciano José Capuz para esta emblemática e histórica cofradía de Elche (Alicante).

 

Nota de La Hornacina: Jesús López Alfonso es Profesor de Historia y Arte y Licenciado en Historia por la
Universidad de Sevilla (US). Acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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