NUEVA OBRA DE ELÍAS RODRÍGUEZ PICÓN

José Guillermo Rodríguez Escudero, Sergio Cabaco y Jesús Abades (22/03/2009)


 

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Aproximadamente, entre los siglos XV y  XVI, se extendió por Europa la representación de Cristo aguardando a que los verdugos ultimen los preparativos para su ejecución. Los tratadistas suelen coincidir en que ésta es la escena previa a la Crucifixión en el Gólgota.

La iconografía, conocida como "Humildad y Paciencia" por manifestar la mansedumbre del Dios humanizado, suele presentar dos variantes: pensativo e inocente, y rogando fuerzas para afrontar el sacrificio -esta última de mayor patetismo y, probablemente, posterior en el tiempo- con las manos entrecruzadas y la mirada elevada al Altísimo. Este es el caso de la pieza que nos ocupa, si bien el Varón aparece maniatado con una soga, detalle que lo enlaza con los pasajes evangélicos que afirman el traslado del reo hacia el Calvario sin llevar el madero sobre sus hombros, por hallarse exhausto tras las torturas padecidas. La calavera y la serpiente simbolizan su futura victoria sobre la muerte y el pecado, respectivamente, de ahí que también sea una imagen premonitoria de la alegoría del Varón de Dolores tras la Resurrección, ya triunfal y ascendido a la Gloria junto al Padre.

La obra de Rodríguez Picón, una de las más sobresalientes dentro de su prolífica trayectoria, aparece, como es habitual en el tema, sedente sobre una piedra, pues la iconografía del Señor de la Humildad y Paciencia supone una cristianización del tema del dios Saturno -el Cronos griego- pensativo y melancólico, de la alquimia y el hermetismo. Para los alquimistas, el proceso de transformación que sufren los metales era un símbolo de la Pasión de Cristo. La presencia de la roca haría alusión a la llamada piedra filosofal, esto es, a la piedra fría del pensamiento hermético, titulo que precisamente ostenta una representación venerada en Santa Cruz de La Palma. Con ello se asocia la Pasión de Cristo a las experiencias físicas, a las torturas sufridas por los metales antes de su transmutación. Así como todas las almas, llenas de todas las impurezas de la naturaleza humana, deben convertirse, también los metales viles deben purificarse por el sufrimiento para su transformación.

La efigie, encargada hace dos años y medio por la cofradía onubense de la Redención, es de tamaño natural, en madera de cedro real con policromía al óleo, y lleva por título Santo Cristo de la Preciosa Sangre, de ahí la abundancia de heridas sanguinolientas como signo también de su dramática inmolación por la redención humana. Estremecedora es la visión de las descarnadas rodillas, como consecuencia de las caídas sufridas en su penosa andadura; de la espalda, lacerada por los flagelos, y de los afilados pinchos que horadan la frente y las cejas de su rostro -fruto de la corona de espinas, labrada separadamente del cráneo-, el cual, enmarcado por espesa cabellera, muestra los llorosos ojos implorantes, realizados en pasta vítrea, y los labios entreabiertos -con su interior totalmente anatomizado- en actitud de declamar una plegaria de consuelo al Todopoderoso.

Si pulsan en el icono que acompaña la noticia, podrán ver una completa galería fotográfica de una efigie orlada con espléndidas potencias de plata del afamado orfebre Joaquín Ossorio que, desde hoy hasta el próximo martes, estará expuesta -junto con varios enseres de la cofradía- en el Palacio de Congresos de Huelva (Casa Colón), situado en la Plaza del Punto, lugar donde, en próximas fechas, será colocado el colosal monumento en bronce a la Virgen del Rocío, obra también de Rodríguez Picón.

La bendición del Cristo, que saldrá en procesión el próximo Viernes de Dolores, a las 20:00 horas, desde la Capilla de la Hermandad del Rocío de Huelva hasta el oratorio de la cofradía de la Redención, tendrá lugar el día 25, también a las 20:00 horas, en la mencionada capilla.

 

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