Con esta figura de tamaño académico, titulada Santo Niño Emmanuel de las Penas, el escultor e imaginero filipino retoma el tema del Niño Pasionario como simulacro plástico premonitorio del sacrificio venidero del redentor, dirigida a motivar la devoción popular por medio del sentimiento que provoca la ingenuidad de la figura infantil.

La obra ha sido realizada en madera policromada para una colección privada del distrito de San Roque en la ciudad filipina de Marikina City. Lleva en su rostro lágrimas de cristal como símbolo del amor y la obediencia de Jesús hacia el Padre, a quien además dirige sus súplicas en el Calvario antes de que el sacrificio en la cruz se consume.

El autor toma como referente al Cristo titular de la cofradía sevillana de la Estrella, realizado en 1655 por José de Arce como variante del famoso grabado de Durero. En lugar de mostrar a Jesús afligido y meditabundo, el artista de origen flamenco optó por mostrarlo clamando angustiado al cielo y con las manos orantes y entrecruzadas.