El pasado 19 de septiembre, un Crucificado labrado en madera policromada, fechado en el segundo tercio del siglo XVII, sufrió un atentado en la Iglesia del Monasterio de San Paio, de las Madres Benedictinas, contigua a la Catedral de Santiago de Compostela. Todo apunta a que alguien, con un mechero o cerillas, prendió fuego a las telas de color verde que caían a sus lados, afectando las llamas a la talla.

La restauradora Ángeles Fernández ya ha realizado una intervención de urgencia, y ha podido comprobar que la policromía de la imagen está totalmente carbonizada en los brazos, la cabeza, el torso y la espalda. Tuvo que quitar pedazos de tela de la cortina trasera que se adhirieron a la imagen, quedando algunos de esos trozos incluso fusionados con la madera. La celeridad con la que actuaron las religiosas para extinguir el fuego ha evitado daños mayores, aunque el hecho de haberlo apagado echando cubos de agua a la escultura puede haber contribuido a agravar el estado de los materiales afectados.

El Monasterio de San Paio, que hace unos años sufría por las mismas fechas el robo de una escultura de San Blas, fue fundado por el rey Alfonso II para albergar una comunidad de monjes benedictinos dedicados a custodiar el sepulcro atribuido al Apóstol Santiago.

Su construcción fue renovada por completo entre los siglos XVII y XVIII después de la destrucción del anterior monasterio y pasó entonces a ser ocupado por monjas de clausura. El monasterio cuenta con la iglesia de planta de cruz griega, en la que se registró el incendio, a través de la cual se accede al Museo de Arte Sacro, en el que se conserva el primitivo altar que acompañaba al sarcófago atribuido al Apóstol.