La obra intervenida es la imagen procesional de Nuestra Señora de la Esperanza (Granada), talla en madera policromada, de candelero para vestir, realizada a tamaño natural en 1718 por el pintor y escultor granadino José Risueño (1665-1732), tal y como figura en el documento relativo a su autoría que apareció en su interior a raíz de la intervención que, en 1993, llevó a cabo la restauradora Ángela Rojas Santos.

En la conferencia sobre el último proceso de restauración, los profesionales que han intervenido la imagen de la Virgen de la Esperanza, María José Luis Rivas y Jesús Salas Martínez, explicaron que la obra fue sometida a unos estudios previos, incluyendo análisis fotográficos y microscópicos, para determinar alteraciones y patologías.

El estado de conservación del soporte era bastante bueno, aunque se observaban alteraciones en los clavos de los travesaños que conforman la estructura de la obra y que amenazaban con desestabilizarla. Las manos, que no son las originales entrecruzadas que conserva, presentaban roces, abrasiones y repintes debido a los besamanos y a la manipulación. Por su parte, la cabeza mostraba una grieta a la altura del corte realizado para colocar los ojos de cristal en la mascarilla, así como daños provocados por los alfileres utilizados a la hora de colocarle la peluca y las telas.

A grandes rasgos, el proceso ha consistido en la consolidación de la estructura, para lo cual se afianzaron dichos clavos y se introdujeron espigas en madera de pino; retirada de una capa de barniz oxidado mediante la limpieza de la policromía, que según los restauradores mantiene los sonrosados tonos originales de Risueño; consolidación de las pestañas superiores de pelo natural, al encontrarse desprendidas en su zona final; y reintegración reversible de las lagunas del estuco y de la pintura, provocadas por los referidos daños a la hora de ataviarla.

La Virgen de la Esperanza, titular de la Hermandad del Gran Poder, con sede en el templo de San Gil y Santa Ana, es una excelente muestra del arte de Risueño. El autor sigue la emoción contenida de las dolorosas de Pedro de Mena, aunque procurando una mayor exteriorización de los sentimientos, y es también fiel a los prototipos de su maestro José de Mora pero sin caer en el amaneramiento. Fue la antigua titular de la cofradía granadina de las Tres Necesidades.