NUEVA OBRA DE JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ NAVARRO PARA MURCIA

Antonio Zambudio Moreno (20/03/2009)


 

 

El pasado 7 de marzo tuvo lugar la bendición de un nuevo paso para la Cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad, con sede en la Iglesia Parroquial de Santa Catalina de Murcia. Se trata de la escena de la Coronación de Espinas, que viene a sustituir a otra representación del escultor cartagenero Manuel Ardil Pagán.

El pasado año 2007, la misma corporación reemplazó el paso de la Flagelación, obra también de Ardil Pagán, por otro conjunto de Hernández Navarro, presentado por un servidor en su momento en este portal. En esta ocasión, vuelven a confiar en el afamado artista murciano, quien ya ha realizado otros tres grupos sobre el misma tema, también de alto nivel artístico, para las localidades de Murcia, Totana y Hellín. El autor continúa en parte la línea escenográfica seguida en éste último, con Cristo siendo coronado de pie, y no sentado como es costumbre en este tipo de iconografía, y dos sayones que intentan transmitir sensación de crudeza, maldad y burla.

La imagen de Jesús, en su configuración estética, supone una continuación respecto a la imagen que la antecede en el cortejo -la Flagelación antes mencionada-, dejando al descubierto gran parte de una anatomía bien elaborada y estudiada al volcarse la clámide hacia el lado izquierdo. A pesar del dramático momento, el Varón presenta quietud, equilibrio y gran majestad. Sin duda, el autor busca transmitir la belleza formal y la idealización gestual y corporal que él considera que debe poseer toda representación de Jesús, aún dentro del ciclo de su Pasión.

 

 

Según la configuración definitiva que va a llevar la escena en su trono procesional, el romano que corona al Redentor se encuentra más elevado respecto a como podemos verlo en las instantáneas que acompañan la noticia, alzándose por encima de Cristo. De gesto hosco y ceñudo, procede con firmeza y fuerza a clavar la corona en la testa de Jesús, agarrando con fuerza los espinos gracias a la protección que lleva en sus manos en forma de guantes, detalle éste que supone una de las muchas invenciones que Hernández Navarro aplica a sus figuras.

Pero sin lugar a dudas, la talla más atrevida en cuanto posicionamiento y gesto, es el sayón que se encontrará sentado en el borde derecho del trono, con una de sus extremidades inferiores fuera del perímetro del mismo, dirigiéndose al espectador en tono burlón y sarcástico y señalando el castigo que se le inflige a Cristo, mofándose frente al mundo de ese condenado que, según sus discípulos, era el Mesías y, sin embargo, se deja torturar de ese modo. Es una imagen que, quizá, sirve para mostrar la actitud del hombre en muchas ocasiones hacia el propio Jesús, desinhibiéndose de todo. Además, en cuanto a su aspecto puramente morfológico, posee un poderoso torso, muy bien elaborado, destacando también su cabeza, que le da un aire agresivo y dantesco. 

En general, podemos decir que es una escena digna artísticamente hablando, en la cual Hernández Navarro muestra su capacidad para labrar la madera con detalles interesantes, tales como la configuración de los cabellos de las tallas de Jesús y del sayón burlesco que está sentado, y sobre todo, bajo mi punto de vista, el carácter que imprime a los gestos y cabezas de los personajes representados, especialmente en las dos figuras reseñadas.

 

Fotografías de Juan Fernández Saorín

 

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