EL BALDAQUINO DE BERNINI SERÁ RESTAURADO DESPUÉS DE 250 AÑOS
12/01/2024
Los trabajos serán realizados de cara al Jubileo del año 2025 y al cuarto centenario de la Dedicación de la nueva Basílica Vaticana, que tuvo lugar en 1626 bajo el papado de Urbano VIII. Con 28,74 metros de altura y 63 toneladas de peso, el baldaquino de San Pedro del Vaticano (1624-1633) es definido con razón como un gigante del arte de todos los tiempos, una obra única creada por el escultor barroco Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598 - Roma, 1680). El plazo previsto para las obras es de diez meses, desde la segunda quincena de febrero hasta diciembre de 2024, justo antes de la apertura de la Puerta Santa. La restauración, confiada a un equipo de experimentados profesionales, se lleva a cabo 250 años después de las grandes obras de conservación del siglo XVIII y 400 años después del inicio de las obras del Baldaquino, cuya inauguración tuvo lugar en 1633 a cargo del pontífice Urbano VIII. Según Pietro Zander, jefe de la sección de Necrópolis y Patrimonio Artístico de la Fabbrica di San Pedro del Vaticano, las investigaciones preliminares indican una degradación en el estado de conservación de esta monumental obra polimatérica, realizada en bronce bruñido y dorado, que requiere urgentes trabajos extraordinarios de mantenimiento. Todas las superficies del monumento están cubiertas de una pátina oscura que hace parcialmente visible incluso el dorado, alterándolo y amortiguándolo. Dicha pátina está formada por sustancias grasas utilizadas en anteriores tareas de mantenimiento, polvo y partículas depositadas, especialmente en la parte superior, donde las labores de mantenimiento ordinario han sido más escasas. También hay abultamientos diminutos por fenómenos de alteración del bronce, desconexiones y desprendimientos en el cielo del baldaquino con el bajorrelieve de la paloma del Espíritu Santo. Por otra parte, la basílica de San Pedro del Vaticano acoge cada día hasta 50.000 personas que interactúan con el dosel, favoreciendo fenómenos de alteración, corrosión, oxidación y dilatación de las partes de madera, con el consiguiente levantamiento y desprendimiento de la película pictórica. El estudio del microclima permitirá tomar las precauciones necesarias y preparar un plan adecuado de mantenimiento ordinario de todos los monumentos de la Basílica, sigue explicando Zander, quien califica de "empresa titánica" este proyecto. La intervención, que no impedirá las celebraciones litúrgicas en el altar mayor de la basílica, se dividirá en tres fases, como informa Alberto Capitanucci, responsable del área técnica de la Fabbrica di San Pietro del Vaticano: preparación del lugar con el diseño del andamiaje de trabajo; diagnóstico preliminar y en curso con documentación gráfica y fotográfica; y restauración de las superficies de metal, piedra y madera. El baldaquino es la primera obra de Bernini en la que escultura y arquitectura se fusionaron hasta el punto de crear una imagen alegórica de un objeto, un catafalco procesional de dimensiones monumentales, mucho más grande de lo habitual, y que sustituyó al típico cimborrio, insertándose en el espacio de forma innovadora y escenográfica, abriendo nuevas perspectivas a la arquitectura barroca. Este proyecto es el resultado de un trabajo de construcción colectivo en el que participaron Francesco Borromini (asistente de Bernini en la parte arquitectónica, que también participó en el diseño del baldaquino) y otros célebres artistas como los escultores Stefano Maderno, François Duquesnoy, Andrea Bolgi, Giuliano Finelli y Luigi Bernini (hermano de Gian Lorenzo), así como numerosos fundidores y canteros. Dos características destacadas del baldaquino son sus columnas salomónicas, de 11 metros de altura, y su forma de palio procesional. Bernini, inspirándose en Brunelleschi, añadió elementos que otorgan ligereza y esbeltez al conjunto, sugiriendo un movimiento ascendente en dirección hacia la gran cúpula diseñada por Miguel Ángel. Las estatuas de la parte superior, que representan figuras angélicas sosteniendo guirnaldas, fueron diseñadas por Borromini. |
Fotos: Henk Bekker
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