Se trata de una Virgen Dolorosa de busto, en terracota policromada con los típicos materiales complementarios: lágrimas de vidrio y pestañas superiores de pelo natural. Ha sido modelada para colección privada con el fin de figurar como elemento decorativo. La vemos sustentada sobre un vástago cilíndrico, de hierro oxidado con ácido, y una sobria peana de madera de pino sin barnizar. Sus dimensiones son 50 x 36 x 20 cm.

El joven creador pontanés, afincado en Sevilla, crea un bello rostro labrado y pintado con realismo y buen oficio, llevando a su terreno elementos del estilo impuesto en las últimas décadas por los artistas cordobeses Antonio Bernal y Francisco Romero Zafra. Las lágrimas fluyen implacables por las mejillas mientras María, con la silenciosa dignidad propia de su condición, eleva la mirada para buscar la de su Hijo martirizado.