Nacimiento para el templo cordobés de San Nicolás, formado por las tallas de la Virgen María, San José y el Niño Jesús en madera de cedro y ciprés. Las figuras adultas miden 145 cm de altura y poseen decoraciones con oro bruñido y estofados al temple. Las policromías, realizadas al óleo, han corrido a cargo de Lourdes Cadenas de Llano Naranjo, los estofados son de Óscar Soria, y la decoración corresponde a Manolo Cubero.

En esta escena sacra de la Natividad de Jesús, González Jurado ha querido representar a una familia en la que la idea del amor se traduce en una belleza perfeccionada en Dios. Un concepto intangible pero que induce paz, alegría y serenidad a quienes lo contemplan. Una belleza que se eleva más allá del ser humano y por ello puede convertirse en un camino hacia lo transcendente, hacia el misterio último, hacia Dios.

Para el artista cordobés ha sido un trabajo difícil de desarrollar al ser un encargo totalmente ilusionante y una motivación completa. Un sueño hecho proyecto, visualizado desde el principio con tanta claridad que ese sueño se convirtió en referencia y meta de la obra. El autor confiesa haber sufrido mucho para concretar lo soñado, un conjunto cargado de unción, pero también ha disfrutado y se ha enriquecido en la misma medida con ello.