NUEVA OBRA DE MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ JURADO

Miguel Ángel González Jurado (09/07/2014)


 

 

Cuando el hermano Diego me habló de la posibilidad de realizar un grupo escultórico a tamaño real, representativo de la labor educadora de San Juan Bautista de La Salle, afloró en mí un doble sentimiento. Por una parte, la enorme ilusión de la próxima obra de arte a realizar, y por otro lo que la presentación de ella debe significar para aquellos que la contemplen. En definitiva, mi reto habría de ser tratar de acercarme al Santo de Reims que, como buen docente, fue también un consumado comunicador. Comunicar como él lo hizo sería crucial en mi tarea. Por ello pienso que en esta obra debía trabajar bajo esta premisa.

Siempre me ha llamado poderosamente la atención, la profundidad psicológica de las cabezas de algunas esculturas de los grandes maestros. A menudo me he preguntado cómo se consigue esto, y trato de encontrar respuesta porque una escultura, sin necesidad de hablarte, puede decirte que el representado es poseedor de grandes virtudes. Esta idea es para mí el concepto, la esencia, el alma de la obra. Es esto lo que debo buscar y ser capaz de encontrar. Hoy me complace presentarles el resultado de mi quehacer en los últimos meses, y confío en haber sido capaz de comunicar la idea que ha bullido en mi cabeza durante todo este tiempo.

He representado a San Juan Bautista de la Salle (imagen inferior) con la apostura y dignidad que conciernen a su condición, en la plenitud de la edad, en el vigor necesario para acometer su tarea docente, con frente amplia y ojos claros y penetrantes de quien se siente portador de la verdad. Sus labios finos esbozan una sonrisa de cercanía, de complicidad con sus alumnos, subrayando este exterior amable en el que se aúnan la inteligencia y el amor. Lo he tallado portando el Evangelio, fuente de la verdad y del magisterio de Jesús, en la mano izquierda, mientras extiende el brazo derecho para mostrar a sus alumnos la senda del conocimiento. Con esta misma intención represento al santo en actitud itinerante, avanzando decidido hacia la Verdad, buscando al mismo tiempo una escena dinámica que provoque el interés del espectador.

Por otra parte, como muchos de los alumnos serán jóvenes, conviene que éstos sean en el grupo un ejemplo elocuente de las bondades de la acción. Este es el motivo por el que he querido dotar a los niños de una carga de belleza formal, ejemplo de la idealización de la realidad, de la seducción por la belleza que ha caracterizado a la estatuaria andaluza de todos los tiempos. Así mismo, es lo que me ha llevado a usar colores fuertes y vivos, pero armoniosos. En la imagen de San Juan, he jugado con los tonos que dentro de mis preferencias, mejor se adaptan a las texturas provocadas sobre el soporte, y en ello he vuelto la vista a los orígenes, utilizando no solo pinturas comerciales, sino recurriendo a la fórmula tradicional de diluir en aceites los pigmentos naturales.

 

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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