Soldado romano representado custodiando a un Cristo que, bajo la advocación de la Redención, comparece ante el tribunal religioso que preside Caifás para proclamar su origen divino. Esta nueva figura ha venido a sustituir a una anterior de los años 90 que, además del accidente sufrido al pasado Lunes Santo (en el que resultó afectada su estructura), nunca fue un trabajo totalmente satisfactorio para el escultor cordobés.

En esta obra el artista cambia el concepto apolíneo del soldado anterior, realizado con una carga de nobleza en el rostro al estilo de los retratos de los emperadores romanos, por otro de carácter más rudo, menos refinado pero más expresivo. Posee una policromía tostada (en cuya aplicación también ha intervenido la restauradora Lourdes Cadenas de Llano Naranjo), propia de los misterios clásicos que Miguel Ángel González Jurado conoce desde pequeño, con una textura un tanto atrevida, fruto de sus años de experiencia artística, para dar un buen resultado a la luz del día por su peculiar incidencia en este tipo de superficies.

Todo el grupo escultórico en el que se integra, perteneciente a la cofradía cordobesa de la Estrella, fue labrado por González Jurado (1996-1998), y está formado por Jesús, Caifás, dos sanedritas, dos romanos y un esclavo de raza negra. En la galería fotográfica se incluyen fotografías de otra pieza del autor labrada hace unos meses: una nube de ángeles (33 cm cada uno), a modo de peana, para la Virgen de la Cabeza de El Carpio (Córdoba).