...Y EL VERBO SE HIZO CARNE

19/12/2006


 

 

En el templo de Santo Domingo de Marchena (Sevilla), donde, desde hace siglos, reside la Hermandad del Santísimo Cristo de San Pedro, organizadora de esta muestra sobre la iconografía del Niño Jesús, también se ha rendido en siglos pasados un culto especialísimo a Jesús en su infancia. Todo apunta a que el retablo donde hoy se venera la imagen de Santa Lucía, fue en su origen lugar de culto hacia el Niño Jesús del Dulce Nombre, devoción obligada en toda iglesia dominica. Además, en el siglo XVIII se fundaba entre sus muros una cofradía que rendía culto a Jesús en sus primeros años bajo esta misma advocación, también conocida como "la del Prendimiento" o "del Niño Perdido", hermandad que no ha llegado hasta nuestros días.

La Hermandad del Cristo de San Pedro pretende con la exposición ...Y el verbo se hizo carne dar a conocer el alcance de la devoción hacia la imagen exenta de Jesús Infante, y cuál ha sido su plasmación en el arte; por tanto, ésta se debe entender no sólo como muestra de una parcela hermosísima de nuestro patrimonio histórico, sino también como reflejo de la íntima relación entre religiosidad popular y arte. En definitiva, una ocasión excepcional para apreciar y conocer una estampa entrañable, uno de los temas más sobresalientes de la iconografía sagrada y del arte hispano.

En esta muestra, dirigida por Vicente Henares Paque, se podrán contemplar más de 50 imágenes, pasando por los más variados estilos: desde la tierna y afable imagen de los Niños de Cuna, hasta la llamada a la compasión y estremecedora representación de los Niños de Pasión. Niños triunfantes, nazarenos, bendicientes, atados a la columna, esperando la crucifixión, melancólicos, entronizados, del Sagrado Corazón, Buen Pastor, eucarísticos, juguetones... De miles de maneras diferentes ha representado la piedad popular a Jesús Niño.

Imágenes coloniales, francesas, centroeuropeas, castellanas y andaluzas, se dan cita para que el visitante pueda apreciar la evolución de la representación artística del Niño Jesús desde el siglo XVI hasta la actualidad.

 

 

Para ello, también se ha dispuesto una sección dedicada a la escultura contemporánea donde se podrán contemplar interesantísimas obras, muchas de ellas inéditas, de los escultores e imagineros Manuel Hernández León, José Pérez Conde, Juan Carlos Vázquez Pichardo, Francisco Romero Zafra, Rafael Martín Hernández, Rubén Fernández Parra, Juliana María Arias González, Manuel Ramos Corona, Ricardo Rivera Vélez, Manuel Martín Nieto, Marco Antonio Humanes López, Lourdes Hernández Peña, José Antonio Navarro Arteaga, Carlos Valle Hernández, José Francisco Rodríguez Fernández, Manuel Téllez Berraquero, Jesús Vega Santos, Fernando de las Heras Vázquez, Romero y Rovira (DAROAL) y José Antonio Bravo García.

Sin embargo, y a pesar de la vigencia con que aun cuenta su culto, y el nivel de difusión que ha adquirido la imagen exenta del Niño Jesús, hoy nos encontramos ante una nueva situación: la mayoría de las imágenes que están en manos de particulares gozan de una consideración esencialmente estética y han perdido en parte su valor devocional. Su veneración actualmente es tan sólo un pálido reflejo de lo que fue en siglos pasados, un fervor que favoreció el nacimiento y la propagación de una riquísima iconografía de Dios-Infante.

Con la Reforma protestante, todo el aparato ideológico y dogmático de la Iglesia Católica se vio enfrentado a una delicada situación que lo colocaba en tela de juicio a los ojos de los importantes sectores del occidente europeo. Como consecuencia de esta situación, y fruto de una nueva concepción, se ponen en movimiento, capitaneadas por la Iglesia, una serie de recreaciones propagandísticas y alegóricas de las ideas de la Salvación y la Redención que estaban siendo atacadas. Uno de sus instrumentos fue el impulso de una nueva iconografía dedicada a materializar estas ideas, que implicaba la superposición y yuxtaposición de nuevos y antiguos modelos desarrollados con una esplendorosa "puesta en escena" de elementos, gestos y actitudes.

Así surge una nueva y extensa iconografía con patrones inéditos y añadidos profanos, llena de símbolos y matices, alegorías y atributos, muchos de ellos desconocidos hasta el momento en la plástica religiosa. Dentro de este movimiento se distingue la figura de Jesús Niño, que comienza a independizarse: abandona el regazo materno y el acompañamiento de una legión de santos, e inicia la conquista del arte religioso, resultando un instrumento idóneo para esta nueva campaña de ilustración y enseñanza de las verdades de la fe.

 

 

De este modo, la antigua concepción artística del Niño aparecerá ahora renovada como figura aislada, exenta, liberada, independiente en toda su grandeza, adaptándose al nuevo programa ideológico; de modo que el primitivo símbolo absoluto va tomando formas más idealizadas, realistas o historicistas.

El limitado programa iconográfico del Niño Jesús exento, que hasta entonces con poco había superado el modelo originario y primitivo del Niño Jesús Majestad -en realidad, tan sólo con modestas incursiones materializadas en escasas representaciones del Niño Triunfante y Niño Salvador- se enriquece ahora sin limitación, alcanzando una proporción insospechada, superada tan sólo en la plástica religiosa por la representación del episodio central del arte cristiano: el Cristo Crucificado.

La exposición ...Y el verbo se hizo carne presenta dos vertientes de interés: por un lado, su aspecto artístico, y por otro, el aspecto humano; que se divide a su vez entre el hecho religioso, el valor etnográfico y la explicación antropológica del hecho de la expansión del culto y devoción hacia el Niño Jesús como figura exenta.

 

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