NUEVO CONJUNTO ESCULTÓRICO DE MANUEL MARTÍN NIETO
30/03/2019
Después de casi un año de duro e intenso trabajo, el escultor e imaginero de Morón de la Frontera ha presentado hoy uno de los trabajos más importantes de su trayectoria: el conjunto escultórico de "La Condena" para la Hermandad de la Columna, de Zaragoza. El pasaje de la Pasión que representa, poco cultivado, es el momento en que Poncio Pilato, prefecto romano de Judea, ordena la flagelación y castigo a Cristo. Tras unas primeras pruebas compositivas con personas reales, a las que fotografió en distintos movimientos, Martín Nieto ha contado con la colaboración de Javier Sánchez de los Reyes y Manuel Peña Suárez a la hora de diseñar este ambicioso grupo procesional, que a diferencia de lo habitual no es de vestir. Todo es tallado, anatomía y ropajes, los cuales se encuentran además decorados y estofados. Cuatro esculturas de tamaño natural conforman el misterio, todas ellas talladas en madera de cedro real al igual que el suelo de una escena desarrollada en la casa de Pilato, que en la parte trasera y a un nivel superior, ordena a un sayón ejecutar el castigo de la flagelación a Jesús, castigado por haberse proclamado rey de los judíos. Pilato es un hombre de unos 50 años de edad, con una morfología anatómica bien acentuada, calvo y expresivo. Aparece con el pie derecho adelantado y posado en la parte inferior del suelo, mientras el izquierdo queda aún subido a un escalón, su actitud de mandato, dejando de manifiesto su clara disposición de castigar al reo que trae el Sanedrín a su presencia. La mano derecha señala con el dedo índice a Cristo. Es una escultura de corte neobarroco y naturalista, cuya mano izquierda se atrasa para apartar a Claudia Prócula, su esposa. Claudia Prócula aparece al final del misterio, muy cerca de su esposo, al que mira con dolor y un poco de rabia, ya que ha hecho caso omiso a sus súplicas de no castigar al Nazareno. Se dice que fue conversa en silencio, que creía en Jesús y lo veía un buen hombre. En una primera idea, Claudia Prócula aparecía a la derecha de Pilatos, pero finalmente se cambió al lado izquierdo con el fin de apreciar mucho mejor su figura. Respecto al sayón, ha sido concebido en actitud violenta, ejerciendo fuerza para amarrar a Cristo a la columna sin ningún tipo de miramiento. Su cara un poco grotesca, encierra ira y fuerza, lo que se manifiesta en la manera en que se muerde la lengua, la cual se aprecia perfectamente entre los dientes superiores e inferiores. Aparece semidesnudo, tan sólo con un leve calzón atado por una ruda cuerda, también tallada en el mismo bloque de madera. En sus brazos se palpa la fuerza que ejerce sobre el Nazareno para acercarlo y posteriormente atarlo a la columna. Es una de las obras del misterio preferidas de Martín Nieto, ya que le ha permitido dar rienda sueltas a la fuerza que a veces los imagineros le gusta volcar en alguna obra puntual. Al igual que las anteriores, está basada en el natural, pero muy adaptada a la idea preconcebida del escultor. Por último, en la hechura de Cristo, la más importante y la que estará al culto público, el autor ha querido trabajar mucho la suavidad compositiva anatómica y expresiva, en contraste con la gran fuerza que ejercen las otras tres esculturas. En el Cristo nuestro artista ha buscado más la devoción, la dulzura y la mansedumbre de quien acepta padecer todo sufrimiento. Su mirada se dirige al lado derecho, mientras que sus brazos se desplazan a la izquierda, fruto de la presión que ejerce el sayón para amarrarlo a una columna que imita el mármol rojizo con vetas blancas. Las piernas de Jesús aparecen semiflexionadas, en un evidente gesto de cansancio. Cabe destacar la sutileza de su expresión, en la que se aprecian aflicción y angustia. El cabello cae sobre su hombro derecho, los ojos son claros y la policromía es algo más suave y clara de lo acostumbrado en Martín Nieto. El sudario se anuda sin cuerdas, pasando por encima el paño inferior sobre la cadera izquierda, formando así pliegues más amplios y simplificados. En las manos apreciamos la tensión que recibe del sayón, apreciándose la rigidez de dedos, tendones y venas. Las decoraciones pictóricas, realizadas por Peña Suárez, juegan un papel fundamental en este grupo escultórico. El estilo que predomina es el neorrenacentista, a excepción del sayón que posee una tela hebraica. En el caso de Claudia Prócula, la túnica o vestido responde al renacimiento, al igual que Pilato, si bien en este caso se observan ciertos movimientos de ejecución barroca. La decoración del Cristo es de estilo neobarroco, pero con incorporación de separaciones hebraicas entre decoraciones. El sudario de Jesús, realmente innovador, muestra motivos eucarísticos: hojas de parra, uvas y espigas de trigo se combinan con rayas anchas y oro. Para el estudio de los ropajes Marín Nieto ha contado con la colaboración del diseñador David Calleja. Ambos realizaron pruebas con tejidos naturales sobre unos modelos con el fin de dotar de la mayor naturalidad posible a los tejidos esculpidos en la madera. Las esposas con las que Cristo aparece atado de muñecas, vuelven a imitar el hierro tras el éxito de lo ensayado con el Atado a la Columna de Pulpí (Almería). Han sido confeccionadas, al igual que las sandalias del sayón, por la factoría cordobesa de cuero y piel Meryan. En cuanto a la corona de laurel que luce Pilato, es de Orfebrería Orovio (Ciudad Real), siendo el único aditamento postizo, junto con los cueros del sayón y las pestañas de pelo natural de Claudia Prócula, que lleva el misterio. Manuel Martín Nieto quiere dar las gracias a su equipo de trabajo: a Juan José Fernández Almagra por sus labores de taller en relimpiados y policromías, a Antonio Jesús Verdugo en escofinas y aparejos, y a su alumno Joaquín López en las mismas labores. También a Jorge Cabrera, por la galería fotográfica que acompaña la noticia, y al peluquero Ramón Cala, por colaborar en la elaboración del peinado romano de Claudia Prócula. |
Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de las obras a través del icono que encabeza la noticia.
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