SACRATISSIMVS PROTECTOR VRBIS

15/05/2024


 

 

Últimos días para visitar en la Sala de Tribunas de la Iglesia de Jesús de Murcia la exposición Sacratissimvs Protector Vrbis: Tras los pasos del Nazareno organizada por la Cofradía de Jesús Nazareno de esta ciudad. Hablamos de una muestra comisariada por José Alberto Fernández Sánchez que pone en valor la hechura y trayectoria devocional e histórica del venerado titular de la institución.

Se trata de la primera ocasión en que se articula un discurso focalizado monográficamente en la escultura del Nazareno, configurado en 1600 por el escultor Juan de Aguilera y el pintor Melchor de Medina a partir de una soberbia cabeza renacentista preexistente. Precisamente, tal configuración con un marcado peso de la cultura plástica renacentista, centra la primera sección dedicada a la invención de la imagen, donde destaca su doble integración simbólica para el contexto procesional y el culto continuado en su capilla. Dotada del concepto de "autómata sagrado", la efigie impartía la bendición por medio de mecanismos articulados, siendo preservada en su hornacina tras diversos velos y un precursor lienzo bocaporte (cuyas noticias resultan, acaso, las primeras de este tipo identificadas en la Murcia del siglo XVII).

Nuestro Padre Jesús cuenta con una dilatada trayectoria devocional que se vincula desde sus orígenes al carácter telúrico de su impronta. Su participación en la rogativas Ad petendam pluviam junto a las imágenes patronales de la ciudad (primeramente, la Virgen de la Arrixaca, y a partir del XVIII, la Virgen de la Fuensanta) propicia buena parte del apego ciudadano a la imagen: Concejo y Cabildo eclesiástico debían mediar solicitando la talla a fin de trasladarla a la Catedral de Murcia para la celebración del triduo específico. Este vínculo, sostenido a lo largo de los últimos siglos, se complementa ahora con la remembranza de la salida real de 1824, a requerimiento de Fernando VII, y a la rogativa desarrollada tras el tristemente célebre terremoto de Torrevieja en 1829; acompañado, en esta última ocasión, por la Dolorosa de Francisco Salzillo. Se acompaña esta segunda sección de una representación de aquellos hitos presentes por medio de una bellísima escultura de vestir decimonónica de la actual patrona de Murcia (obra del escultor genovés Santiago Baglietto), la imagen hasta ahora no expuesta de San Agustín (asignada tradicionalmente a Nicolás Salzillo) y varias representaciones de las principales devociones marianas vinculadas a tales cultos.

 

 
 

 

También la esfera monástica juega un papel esencial en la difusión del culto al Nazareno. Aunque a partir de 1687 se reforzó el vínculo con el Monasterio de Corpus Christi de las madres agustinas, camareras desde entonces de la talla, se recupera en Sacratissimvs Protector Vrbis: Tras los pasos del Nazareno la estrecha relación con los cenobios de la Exaltación (capuchinas) o el de Santa Ana (dominicas) a partir de piezas documentales y artísticas de gran valor. Así, la Crónica del Observantísimo Monasterio de la Exaltación, debida al jesuita Ignacio Ceballos, ilustra la serie de milagros obrados en su clausura por la imagen. Una amplia muestra de Nazarenos conventuales completa este apartado esencial para la comprensión devocional del contexto devocional, en el que juega destacado protagonismo la figura de la mística Sor Juana de la Encarnación, cima de la literatura mística hispánica del siglo XVII.

A continuación, se dedica un amplio recorrido a los protectores que favorecieron la difusión de la devoción a la imagen: desde el Cardenal Belluga al ilustrado Antonio Fontes Ortega. Protagonismo fundamental en este proceso adquiere Francisco González de Avellaneda (bailío de Lora del Río, Sevilla), quien procuró una amplia serie de elementos artísticos para fomentar su culto: desde las magníficas pinturas murales del italiano Paolo Sirtori (ilustradas mediante una sarga retirada de la ermita en el pasado siglo XX) a los retratos "a divinis" del portentoso Nazareno. Precisamente la obra "Fiesta huertana" del pintor decimonónico Enrique Atalaya contextualiza este proceso ofreciendo una panorámica inédita sobre la mansión solariega de este aristócrata, en la que se veneraba el fidedigno retrato obtenido –previa solicitud a la cofradía- del emblemático Nazareno. También representativas de este proceso son la serie de túnicas brocadas y bordadas que se exponen a lo largo del recorrido expositivo, entre las que destacan las extraordinarias manufacturas murcianas del siglo XVIII conservadas por la cofradía o la túnica bordada encargada por el aludido Avellaneda para el análogo Nazareno de Caravaca. Junto a ellas se expone la magnífica Cruz procesional de la imagen, labrada en Mérida del Yucatán en 1800 a instancias del cosmógrafo real Cánovas Fajardo.

Un último apartado aborda las representaciones recientes del Nazareno en el ámbito local. Aquí se pueden contemplar, entre otros, el cartel de la Semana Santa murciana de 1952 (realizado por el lorquino Manuel Muñoz Barberán) y que protagoniza la representación íntegra del titular. Junto al mismo, las primeras reproducciones fotográficas decimonónicas debidas a Almagro, el óvalo del artista -también nacido en Lorca- Andrés Carrasco para la revista "Cabildo" de 2020 o el pañuelo de la Virgen del Olvido donde el valenciano Pedro Arrúe de Mora dejó impreso el inquisitivo semblante de Nuestro Padre Jesús: auténtico hilo conductor de su carisma. Procedentes de diversos domicilios particulares se incluyen representaciones de pequeño formato como las ejecutadas por los escultores Juan José Álvarez Buendía o la más reciente de los hermanos Martínez Cava. Se asoman a un relato inmejorable de pequeñas y miméticas versiones en las que se amalgaman a los ecos conventuales representados por el soberbio Nazareno "portero" de Las Anas (pieza gemela al titular de la cofradía, realizada por un autor anónimo del XVII) o las variantes infantiles del Niño "del voto" y "del Cordero" que, a través del estudio previo a la exposición, estrenan aquí la autoría de Santiago Baglietto y Marcos Laborda, respectivamente. Cerrando la parcela escultórica figuran los antiguos ángeles del trono dieciochesco de Nuestro Padre Jesús (debidos al alicantino Pedro Federico Pérez y actualmente propiedad de la Hermandad de la Soledad de Hellín) o la devota efigie de San Agustín (tradicionalmente atribuida a Nicolás Salzillo), que conservada en la vecina parroquia de San Andrés, figura por vez primera en una exposición de estas características. Junto a ellas, una representación de la soldadesca herodiana debida a Roque López -correspondiente a la Colección Riquelme del Museo Salzillo- recuerda el protagonismo de los "armaos" en las procesiones de la Edad Moderna: sus pintorescas armaduras y polémicas "evoluciones" acompañaron a la cofradía hasta bien entrado el siglo XIX.

 

 
 

 

Merece la pena detenerse en la presencia de diversos testimonios musicales que ilustran los orígenes litúrgicos de la procesión pasionaria de la imagen (a través de la "Pasión" del maestro Tabares), el indispensable canto del "Miserere" (mediante partitura inédita del músico dieciochesco Tadeo Tornel) o el magistral "Te Deum" catedralicio del genial compositor renacentista Francisco Guerrero. Todos estos materiales han sido cedidos por el archivo catedralicio, mostrando el vínculo histórico de Nuestro Padre Jesús Nazareno con su cabildo eclesiástico, en cuyo seno se desarrollaron aquellas mencionadas rogativas.

En la parte textil, más allá de los citados brocados, debe referirse la presencia de sendas casullas bordadas, debidas a talleres romanos, que testimonian el esplendor litúrgico que rodeaba el ceremonial barroco de la efigie. Deben consignarse por su valor las remitidas desde Italia a este objeto por el Cardenal Belluga (hoy conservada en la parroquial de San Pedro y San Pablo de Abarán) o la del obispo Juan Mateo López (del tesoro de la Seo). Además, procedente del salón de plenos del Ayuntamiento de Murcia, se expone el Pendón Real de 1768, debido al bordador Tomás Marqués Fruisa, que evoca el protagonismo del concejo murciano en la demanda cívica del Nazareno para las afamadas rogativas.

En definitiva, una ocasión única para comprender la importancia simbólica del Nazareno en la ciudad de Murcia, su histórico vínculo con las célebres rogativas y la determinante difusión de su impronta en los distintos ambientes sociales de su antiguo Reino. Podrá contemplarse, junto a las magníficas vistas sobre las pinturas murales que orlan la Iglesia de Jesús, hasta el próximo 19 de mayo.

La presidencia de la exposición corresponde a Emilio Llamas Sánchez, mayordomo presidente de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, siendo el director ejecutivo Javier Andréu López. El comité científico ha estado integrado por Francisco José Alegría Ruiz, Santiago Espada Ruiz, Antonio Vicente Frey Sánchez, José Alberto Fernández Sánchez (dirección), Ester López Lorca, Higinio Martínez Morote, Vicente Montojo Montojo, Consuelo Prats Redondo y Santiago Rodríguez López. Las labores de montaje han estado dirigidas por este último, correspondiendo la conservación preventiva a Amparo Muñoz.

 

 
 

 

Fotos: Joaquín Zamora

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com