MURILLO Y LA FACULTAD DE BELLAS ARTES

10/12/2017


 

 
 

El retorno del hijo pródigo

Bartolomé Esteban Murillo
1667-1670
Óleo sobre lienzo
236,3 x 261 cm
National Gallery de Washington

 

Concebida como un homenaje desde el ámbito creativo y universitario a la figura del pintor, la exposición Murillo y la Facultad de Bellas Artes. 400 años después se gestiona desde la absoluta libertad artística, tanto técnica como conceptual, por lo que las piezas que concurren en la misma son el resultado de la visión personal de cada autor al amparo de la temática que centra el conjunto.

El primer antecedente de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla -y de todas las andaluzas actuales- lo tenemos gracias a Murillo. En 1660 funda, junto a otros dos afamados pintores establecidos en la ciudad -Juan de Valdés Leal y Francisco Herrera el Mozo-, una Academia de Nobles Artes, primera institución de enseñanza artística con la que contó la ciudad, cuya sede estuvo en la antigua Casa Lonja (hoy Archivo General de Indias). Su organización docente integraba las enseñanzas de Escultura, Pintura y Arquitectura.

La primera Junta de Gobierno quedó constituida con Herrera el Mozo y Murillo como presidentes, Sebastián de Llanos y Valdés y Pedro Honorio de Palencia como cónsules, Cornelio Schut como Fiscal, Ignacio de Iriarte como secretario y Valdés Leal como diputado. La academia, que nació con el deseo de mejorar la formación de los jóvenes artistas del entorno, sufrió varios contratiempos desde su fundación, desde rencillas personales entre los artífices, hasta problemas económicos, por lo que su actividad fue inconstante hasta que desapareció, posiblemente bajo la presidencia de Valdés Leal, a finales del siglo XVII.

En el siglo XVIII renació como institución ilustrada que pasó a denominarse Real Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla, con sede en los Reales Alcázares. Tomó como modelo la Real Academia de San Fernando de Madrid. En 1843 la regente María Cristina, en nombre de su hija Isabel II, le concedió el rango de Academia, pasando desde entonces a llamarse Real Academia de Nobles Artes de Santa Isabel, en atención y homenaje a la futura reina. Tuvo entonces su residencia en el exconvento de San Acacio.

A mediados del siglo XIX, el Estado decide reformar las enseñanzas de las Bellas Artes. La promulgación en 1857 de la ley de Reforma de la Instrucción Pública estableció una Escuela de Bellas Artes para los estudios superiores de Pintura, Escultura y Grabado, al mismo tiempo que se creaba una Escuela de Arquitectura, género que quedó así separado del resto de las Artes Mayores. En 1940 se creó la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, cuya organización corrió a cargo de José Hernández Díaz y Joaquín Romero Murube, instalándose la Escuela en la que fue casa del pintor Gonzalo Bilbao. Cuatro años más tarde, las instalaciones fueron ampliadas al ser expropiados por el Estado los edificios colindantes. Se trata del mismo edificio que actualmente ha sido adaptado como anexo de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. 

El objetivo de Murillo y la Facultad de Bellas Artes. 400 años después es también mostrar la enorme riqueza, calidad y variedad de la creación actual que representa el colectivo docente de la Facultad de Bellas Artes a día de hoy. De este modo, se contempla la producción de piezas artísticas que abarcan desde el dibujo a la pintura, pasando por la creación digital, la fotografía, la escultura, la videocreación y la performance, entre otras.

 

 

Del 12 de diciembre de 2017 al 28 de enero de 2018 en la Sala Santa Inés (Calle Doña María Coronel 5, Sevilla)
Horario: de 11:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 horas (martes a jueves solo tardes y domingos solo mañanas); lunes, cerrado.

 

Especial relacionado en este

 

Volver         Principal

www.lahornacina.com