Esculturas de los tres Reyes Magos realizadas por el escultor e imaginero lucentino Antonio Ortega Lozano. Espléndidamente engalanados al modo de las statuine del presepe napolitano, la impronta de los personajes se halla más cercana a la de los magos y astrólogos que a la de los reyes y príncipes de cuento.

La tradición de los Reyes Magos según la presente iconografía se remonta al siglo VIII, cuando se decide que sean tres en función de sus presentes y se le asigna una raza distinta a cada uno de ellos. Recientes teorías relacionadas con las tribus perdidas de Israel apuntan a que su origen podría estar en Afganistán. Las más antiguas imágenes cristianas los representan como adoradores de Mitra.

Melchor, sabio anciano de barba larga de tirabuzones con turbante, monta sobre un camello adornado al modo oriental; Gaspar, cuyos rasgos están a medio camino entre los persas y los centroeuropeos, monta una bella yegua árabe; por último, Baltasar, de rostro negro, cabalga en soberbio trono sobre un elefante asiático. Todos saludan con gran solemnidad a su paso, derrochando grandeza y opulencia.

En la decoración, el artista ha empleado una gran variedad de técnicas artísticas: dorado fino en 22 quilates al agua, estofados, pedrerías, lapislázuli, espejuelos y otros complementos. Observamos también infinidad de detalles tanto de los reyes como de los animales, inhalando movimiento y vida a la escena.

Con más de 30 años de trayectoria artística a sus espaldas, Antonio Ortega se declara un autor multidisciplinar, polifacético y autodidacta, aunque reconoce la influencia de maestros cordobeses y sevillanos en su formación. Su actividad comprende también las ramas de pintura y restauración. Entre sus obras de imaginería podemos mencionar un grupo formado por Jesús y Judas Iscariote (imagen inferior) que recrea la traición del discípulo.