Al comenzar la obra de restauración de este retablo se pusieron en contacto conmigo los principales responsables de este proyecto para estudiar la posibilidad de restituir a las figuras centrales los atributos de orfebrería que habían perdido con el transcurso del tiempo. Su existencia era obvia ya que las imágenes de la Virgen, San Juan y la Magdalena conservaban los pernos para su sujeción y en el caso del Señor los orificios para la colocación de las potencias.

Vista la posibilidad busqué la inspiración para el diseño en piezas de orfebrería de la época del retablo, último tercio del siglo XVII. No había que ir muy lejos ya que en la misma catedral existe una excepcional obra de platería como es el retablo argénteo obra del orfebre jerezano Juan Laureano de Pina, usado para las festividades principales y montado de forma permanente delante de la puerta de la Concepción de la Magna Hispalensis. Este retablo es contemporáneo a la ejecución del que ahora se ha culminado su restauración.

Por ello proyecté unas piezas con los elementos básicos de la orfebrería de la época, principalmente cartelas bien definidas y decoración vegetal a base de roleos y tallos entorchados, hojas de acanto, capullos bulbosos y otros elementos típicos del repujado usado en ese tiempo. Para los remates de las piezas que mejor que la alternancia entre rayos flamígeros y picudos, como los que orlan el gran sol de plata que culmina la obra catedralicia antes mencionada. Estos rayos van ornamentados con un breve y diminuto grabado de roleos.

Las potencias del Santísimo Cristo de la Misericordia van centradas por amatistas moradas y en el caso de la diadema de la Santísima Virgen por un topacio. Para el centro de las aureolas de San Juan y Santa María Magdalena me pareció bien la idea de reproducir en miniatura los clavos de la puerta de la misma Parroquia del Sagrario.