NUEVA PUBLICACIÓN SOBRE LA OBRA DE VICENTE TENA EN OSUNA

Con información del autor (15/03/2022)


 

 
 
Paso de Nuestra Señora de la Esperanza. Conjunto de una de las esquinas con grifo, lamasu y ángel
Foto: Manuel Ortega
 
 
 
 
Paso de Nuestra Señora de la Esperanza
Foto: Manuel Ortega

 

El próximo sábado 19 de marzo, a las 19:30 horas, se presentará en el Casino de Osuna la nueva obra del historiador Pedro Jaime Moreno de Soto, titulada Entre el historicismo romántico y la renovación modernista (1894-1904): La Santa Vera Cruz de Osuna I. El paso de Nuestra Señora de la Esperanza. El estudio plantea una aproximación a la obra del escultor Vicente Tena, uno de los escultores más destacados de la escultura valenciana que tuvo su apogeo en el primer tercio del siglo XX y alcanzó su cenit con Mariano Benlliure.

Tena fue un apreciado y prolífico escultor valenciano, dedicado activamente a la escultura religiosa, en cuyo imaginario creativo estuvo presente el ideal estético de la escultura barroca castellana, murciana y andaluza, tan difundidas por grabados, litografías y fotografías. En su estilo la gravedad de los grandes maestros del barroco castellano (Juan de Juni y Gregorio Fernández), junto a la serenidad de los artífices levantinos de la época (Ignacio Vergara, José Esteve Bonet y Modesto Pastor y Juliá), fueron las fuentes de inspiración que dejaron su impronta en una producción que se movió entre el clasicismo y la estética neobarroca.

La delicadeza del modelado, la serenidad expresiva y el tratamiento mesurado de los gestos, con una excesiva idealización y un realismo algo edulcorado en sus primeras obras, fueron algunas de las características de su obra. De manera especial centró la atención en la anatomía morfológica, el volumen, la disposición de las masas, las proporciones, el equilibrio y el movimiento.

 

 
 
Paso de Nuestra Señora de la Esperanza
Foto: Pepe Marquina
 
 
 
 
Paso de Nuestra Señora de la Esperanza. Detalle del lateral con el disco alado y esfinges
Foto: Pedro Jaime Moreno de Soto

 

Su obrador, el más importante de su tiempo en cuanto al número de trabajadores, tuvo una dilatada continuidad en el tiempo de más de cuatro décadas (1890-1935) para satisfacer a cofradías, hermandades, asociaciones católicas, comunidades religiosas y templos parroquiales de la península ibérica (Galicia, País Vasco, Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Valencia, Murcia y Andalucía). Existe constancia incluso del envío de dos esculturas, realizadas entre 1912 y 1913, para el convento carmelita de la ciudad de Recife, en el estado brasileño de Pernambuco.

En Andalucía el artista dejó una importante producción religiosa, en lugares tan dispares como Jaén, las gaditanas San Fernando, Jerez de la Frontera o Barbate, las sevillanas Marchena, Estepa y Osuna, y la onubense Lepe. En Osuna dejó un considerable legado en varios conventos y hermandades como la Vera-Cruz, para la que hizo las imágenes de Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista, realizadas entre 1901 y 1902, y Santa María Magdalena, de 1904.

Son imágenes de vestir del tipo conocido como "cap i pota", que se desarrolló en el Levante español entre finales del siglo XIX y principios del XX. La cabeza, las manos y las extremidades inferiores, prácticamente hasta la pantorrilla, son de madera tallada y policromada. El resto de la escultura es de talla anatomizada, por lo general solo devastada, con el tronco muy estilizado y extremidades superiores articuladas, y policromado con el característico tono azulado, lo que las diferencia de las imágenes de candelero que fueron frecuentes en Andalucía. Sus encarnaciones son claras, según el modelo tradicional en la zona de su ejecución.

 

 
 
Nuestra Señora de la Esperanza. Vicente Tena. Hermandad de la Vera-Cruz. Iglesia de San Agustín (Osuna)
Foto: José Hidalgo.
 
 
 
 
San Juan Evangelista. Vicente Tena. Hermandad de la Vera-Cruz. Iglesia de San Agustín (Osuna)
Foto: José Hidalgo.

 

En el trabajo de Moreno de Soto se estudia también el contexto internacional en el que se gestó con naturalidad la aparatosa composición del paso de Nuestra Señora de la Esperanza, conjunto documentado de Vicente Tena y fechado en 1904-1905, que constituye una obra única y excepcional que, en su momento, no llegó a entenderse en su justa medida, probablemente por novedoso, vanguardista y exótico, y que ahora, transcurridos casi 120 años desde su ejecución, con la perspectiva del tiempo podemos calibrarlo en su verdadera dimensión.

Se trata sin duda de una auténtica "rara avis", nacida entre los últimos estertores del historicismo y los primeros efluvios del modernismo. Justo en plena ebullición del gusto por lo pintoresco, lo lejano y la sugestión por lo egipcio, que tuvo tanto predicamento en toda Europa. En el marco de aquel eclecticismo imperante, en consonancia con la mentalidad revival predominante en el arte y el gusto de la sociedad finisecular, en su diseño se entremezclaron sin disonancia elementos extraídos de distintas civilizaciones como la egipcia y la asiria.

Serpientes entrelazadas, discos alados, esfinges, flores de loto, palmetas o flabelos conforman una audaz recreación en una obra rica y sugestiva en matices plenos de exotismo y fascinación que rezuma lujo, colorido y ensoñación. La obra adquiere su máxima expresión efectista y escenográfica en las composiciones de las esquinas, con los grifos, los lamasus asirios y los ángeles que los coronan.

 

 
 
Detalle del paso con Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista
Foto: Francisco Segovia
 
 
 
 
Nuestra Señora de la Esperanza
Fotos: Fabián Pérez Pacheco y Manuel Ortega

 

Resulta por tanto destacable que un escultor como Tena, abierto a las nuevas vías de publicitación de su trabajo, fuera permeable también a las corrientes artísticas internacionales, al punto de tomarlas como propuestas para sus modelos, y que el hermano mayor de la corporación crucera, Manuel Lafarque, herrero local de Osuna, se dejara fascinar y, con no poco atrevimiento, lo asumiera como estilo para este insólito paso.

Junto al paso neogótico del primitivo titular de la hermandad, el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, obra de Hipólito Rossi fechada en 1894-1895, conforman uno de los conjuntos más singulares y acabados, reconocible dentro de la Semana Santa de Andalucía, dentro de unos parámetros estéticos que se mueven entre el Romanticismo decimonónico y el Modernismo de principios del siglo XX.

Un cariz marcadamente historicista que, en la mayoría de los casos, se ha ido diluyendo o sustituyendo a lo largo del pasado siglo XX frente a la implantación de un modelo que desde hace décadas viene suscitando un debate en el seno de muchas hermandades, que han entrado en crisis de concepto con su modelo heredado en pos de la emulación, en muchos casos carente de sentido y en tono menor, cuando no devaluado y adocenado. Con ello se ha dado al traste con un patrimonio heredado y con una serie de tradiciones autóctonas inveteradas que distinguían a regiones y localidades. Afortunadamente todavía se conservan algunos baluartes que han sobrevivido a los tiempos como los dos pasos de la Santa Vera-Cruz de Osuna, cuya presencia le confiere a dicha hermandad de penitencia una marcada idiosincrasia estética y devocional.

 

 
 
Vicente Tena: Catálogo Ilustrado, Valencia, s/f, c. 1910, p. 14, n.º 627
 
 
 
 
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