El pasado mes de agosto fue bendecido en Torredonjimeno (Jaén) este grupo escultórico del Santísimo Cristo Yacente de la Paz y Santa María de las Angustias para una devoción de carácter privado. Un grupo escultórico de la Piedad que ha supuesto "un reto técnico y artístico" en palabras de su autor a La Hornacina.

Ambas imágenes de Jesús y la Virgen han sido realizadas por el artista jiennense en madera de cedro y a tamaño natural, siendo la imagen mariana de candelero para vestir, con brazos articulados, y la cristífera una talla completamente anatomizada, buscando el movimiento y la gestualidad de un cuerpo muerto.

El hecho de que la Virgen tenga articulaciones en los brazos permite a esta figura interactuar con la del hijo al simular sostenerle su mano izquierda y su cabeza. Además, la madre fija su afligido rostro sobre el cuerpo inerte, girando para ello la cabeza hacia el lado derecho.

En el rostro de Santa María de las Angustias, Antonio Parras ha desarrollado rasgos recurrentes en mi trabajo: la mirada baja con párpados envueltos, las cejas muy arqueadas y la boca entreabierta, así como una policromía dramática con mejillas enrojecidas que contrastan con el tono pálido de su encarnadura.

En cuanto al Cristo, su anatomía es suave y relajada. Deja caer su brazo derecho, eleva un poco el izquierdo, sostenido por la Virgen, y sus rodillas están flexionadas. Su cabeza, algo alzada debido también a la leve elevación del torso, se halla girada también a la derecha, buscando en este caso la mirada del espectador.

También en su rostro se aprecia un gesto suave y relajado, buscando la expresión de la "buena muerte" o Paz por su advocación: ojos cerrados, cejas arqueadas y labios entreabiertos. En su policromía el escultor-imaginero ha intentado dar la apariencia de cuerpo sin vida, contrastando en parte con la tonalidad de la Virgen.