NUEVA OBRA DE JUAN ALBERTO PÉREZ ROJAS PARA RONDA (MÁLAGA)
Sergio Ramírez González (11/03/2009)
Como se ha convertido en costumbre cuando se acerca o estamos en plena Cuaresma, este joven aunque sobradamente preparado escultor, tira de repertorio para brindarnos nuevas obras que, sin duda alguna, ayudan año tras año a enriquecer el patrimonio sacro. Ya sean imágenes titulares, secundarias, miniaturas o relieves, sin olvidar la intervención restauradora, sus piezas comienzan a ser un habitual en estas fechas y van tomando relevancia dentro del complejo mundo de la imaginería. Tal vez, su formación académica en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y su aprendizaje con maestros como Juan Manuel Miñarro y Sebastián Santos Calero, hayan forjado una personalidad artística con carácter que dará que hablar en los próximos años.
Para la Semana Santa de 2009, y entre otras muchas piezas a repartir por Andalucía, presenta una Santa Elena para la Hermandad de Paz y Caridad y de la Vera Cruz de Ronda, con el fin de formar parte del paso procesional del Señor del Perdón, cuyo canasto fue tallado por Juan Mayorga (2000-2002), con trabajos complementarios de Guzmán Bejarano y Sedeño García. En los últimos años, Pérez Rojas ha completado algunas piezas claves del programa iconográfico del trono: ocho querubines, la cartela que preside la trasera del canasto, donde se expone el emblema seráfico de la Orden Franciscana, y la policromía de la cartela delantera que muestra la cruz sobre el dragón, símbolo del triunfo del Cristianismo sobre la muerte y el pecado.
Dos pequeñas hornacinas sirven como elementos organizadores de los laterales del paso, en las que han estado ubicadas hasta este año pasado sendas imágenes en plata de San Francisco de Asís y San Juan de Dios. En lugar de dichos simulacros, representados en las insignias, la hermandad ha decidido exaltar a la emperatriz Santa Elena, protagonista de la búsqueda y hallazgo en el Gólgota de las reliquias de la verdadera cruz, y a Santa Clara de Asís, fundadora de las Clarisas, lo que aporta un punto más de carisma seráfico a la institución.
Encargadas ambas esculturas a Pérez Rojas, para el presente año ha finalizado la de la emperatriz, ejecutada en caoba de Brasil. Rememorando la magnífica testa de la Santa Elena de Andrea Bolgi para San Pedro de El Vaticano, Pérez Rojas confiere mayor juventud al rostro de una pieza rondeña que rezuma clasicismo, tanto en su elegante pose, equilibrada composición y sosegada actitud. Con una altura de 40 cm (49 al incluir la diadema, galleta y cruz cinceladas por los Hermanos Delgado), el autor no ha restado un ápice de gracia y soltura a la obra, pese a ser consciente de que su visión será exclusivamente frontal, cuidando hasta el último detalle. Por ejemplo, la peana cúbica donde se asienta (de perfiles moldurados, superficies doradas y frontales aderezados con guirnaldas, además del nombre de la santa representada), evoca los antiguos pedestales de los bustos relicarios dieciochescos del primitivo retablo de las reliquias en la Colegiata de Santa María la Mayor de Ronda.
La figura de la santa se yergue en inestable posición, adelantando la pierna izquierda, al tiempo que compensa el descargo girando levemente el torso con la subida del brazo derecho, acomodado a la altura del pecho para señalar la Cruz. Gesto que aparece secundado por la leve inclinación de la cabeza hacia su hombro derecho.
Por lo demás, una obra que tiene en el tratamiento de los ropajes uno de sus principales reclamos, entendido por el autor desde el momento en que los utiliza para jugar con los volúmenes de la pieza. De este modo, si la túnica ceñida al cinto y de mangas recogidas se adapta a la morfología corporal sin grandes alardes en su tratamiento, la capa eleva la atención del espectador merced a sus drapeados de sinuosas líneas y amplios vuelos, conformando una envolvente sensación que ensalza el porte de la figura. Vestimentas que no se alejan en ningún momento de la estética del clasicismo romano, como bien podemos observar en el estofado de la túnica -de fondo rosáceo y sencillos acantos dorados- y, sobre todo, en la capa de tradicional ajedrezado y superficies rayadas en bordes.
Nota de La Hornacina: Sergio Ramírez González es Doctor en Historia
del
Arte. Pulsando en el icono que acompaña su escrito, tendrán acceso a
una galería
fotográfica de la obra, realizada por Daniel Villalba y Roberto
Villarrica.
www.lahornacina.com