NUEVA OBRA DE JOSÉ MARÍA RUIZ MONTES

Agustín Alcaraz Peragón (21/12/2019)


 

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La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Cartagena da sus primeros pasos en 1641, cuando compra una capilla en la iglesia del convento cartagenero de los dominicos para dar culto a su titular. La rápida expansión de la misma le lleva a ampliarla, comprando un terreno anexo en 1695, que la llevará a su actual construcción, de planta central bajo una imponente cúpula sobre pechinas y en la que destaca poderosamente su retablo, bendecido el 6 de enero del año 1732.

Se trata de un retablo barroco, en madera dorada, en torno a un gran camarín central para la imagen de Jesús Nazareno. En las calles laterales dos hornacinas, y en el espacio cóncavo que acoge al camarín, otras dos hornacinas inclinadas hacia la imagen del Nazareno. Éste fue ampliado en 1752, añadiendo un cuerpo superior en el que se sitúan tres pinturas: un Calvario en el ático y, a ambos lados de éste una Crucifixión y un Descendimiento, pinturas atribuidas tradicionalmente a Manuel Sánchez (1691-1767).

Las procesiones de la cofradía "marraja" (nombre por el que es conocida desde el siglo XIX) formaban parte de la liturgia del Viernes Santo en el convento dominico. En la madrugada de ese día, la cofradía recorría las calles de Cartagena escenificando, en un cortejo barroco, el recorrido de la calle de la Amargura de su titular, Jesús Nazareno, con la cruz a cuestas. Le acompañaban, cada uno en su trono, sus más allegados: la Virgen, San Juan, Santa María Magdalena, Santa María Salomé, Santa María Cleofé y la Santa Mujer Verónica. Era una representación teatral y sacra del Vía Crucis en la calle de la Amargura que incluía el Encuentro con su Madre como acto principal. Una procesión que sigue teniendo lugar cada año.

A mediodía, durante los oficios, se procedía a desenclavar a un crucificado articulado, que era colocado en un trono. En torno a ese Cristo yacente se organizaba con idéntico sentido escénico barroco, la procesión del Santo Entierro. El cuerpo de Cristo era llevado al sepulcro acompañado por los suyos, sustituyendo la imagen de la Santa Mujer Verónica por la Vera Cruz. El discurso de ambas procesiones está presente escultóricamente en la capilla, mientras que los actos que suceden a mediodía (Crucifixión, Calvario y Descendimiento) lo están en las pinturas del cuerpo superior del retablo.

Sin embargo, la Guerra Civil supuso la desaparición de todas las imágenes individuales de la Cofradía del Nazareno. Se conservaron únicamente tres incorporadas a comienzos de siglo: la Virgen de la Piedad (José Capuz, 1925), el Cristo Yacente -que ya no era una imagen articulada, sino de talla como tal- (José Capuz, 1926) y el grupo del Descendimiento (José Capuz, 1930).

La iglesia de Santo Domingo (desamortizada en 1835 y parroquia castrense desde 1875) fue convertida en almacén de víveres y aunque la Causa General no habla de su destrucción y se conservaron los grupos mencionados y los retablos en su integridad), las imágenes de vestir o devanadera desaparecen, escondidas, vendidas o destruidas sin que conste dicho dato.

Tras la Guerra, la Cofradía del Nazareno comenzó lentamente a reponer su patrimonio, de cara a volver a sacar las procesiones, bien con imágenes que se incorporaron definitivamente o con algunas que lo hicieron de forma provisional. En 1948, Federico Coullaut-Valera Mendigutia realizó un grupo de la Verónica en el que Cristo es ayudado a llevar la Cruz por Simón de Cirene mientras la Verónica sostiene el paño con el que ha enjugado Su rostro. Al ser un grupo de talla, y además dadas las dimensiones de las imágenes, la Santa Mujer Verónica no tendrá sitio en el retablo, cuyo discurso seguirá incompleto hasta nuestros días.

Por ello, el 6 de diciembre de 2019 supuso un hito considerable para los marrajos, porque conseguíamos volver a completar nuestro retablo 83 años después. Porque éste volvía a ofrecer el relato completo para el que fue concebido, pues siempre hubo en el mismo, hasta 1936 una imagen de la Santa Mujer Verónica.

Las imágenes que están actualmente en el retablo son las siguientes: Jesús Nazareno (José Capuz, 1945) Santísima Virgen Dolorosa (Francisco Salzillo, hacia 1765) San Juan Evangelista (José Capuz, 1943) Santa María Magdalena (José Hernández Navarro, 1984) y Santa Mujer Verónica (José María Ruiz Montes, 2019). Junto a ellas, en la capilla se encuentran la Santísima Virgen de la Soledad de los Pobres (Juan González Moreno, 1959), el Cristo Yacente (José Capuz, 1926), la Santísima Virgen del Rosario (José Esteve Bonet, siglo XVIII) y el grupo del Descendimiento de Cristo (José Capuz, 1930).

La Santa Mujer Verónica ha sido realizada por el escultor malagueño en madera de cedro (partes visibles) y pino de Flandes (cuerpo), a tamaño natural, con una altura de 168 cm (172 cm con la base). En las fotografías luce un halo labrado por Miguel Ángel Montenegro. El paño ha sido pintado también por Ruiz Montes con el efecto de impregnación mística del rostro de Cristo, inspirado en el Nazareno de la cofradía tallado por Capuz.

 

 
 
El retablo antes de la Guerra Civil

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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