Hasta el próximo 2 de marzo, el Museo Salzillo (Murcia) expone como Obra Invitada la talla de Nuestra Señora de los Dolores, titular de la cofradía homónima con sede en la parroquia murciana de San Lorenzo, con motivo del 260 aniversario de la hechura de la Virgen por el escultor barroco Francisco Salzillo.

La Dolorosa, que tuvo un coste de 300 reales, fue entregada por Francisco Salzillo el 1 de marzo de 1764. Vino a sustituir a la anterior titular de la Hermandad del Santísimo Rosario de María de los Dolores -Nuestra Señora de la Soledad, una obra que llegaría a intervenir Patricio Salzillo, hermano y colaborador de Francisco en su taller-, denominación que recibía entonces la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores.

Teniendo presente el resultado obtenido por Salzillo con la Dolorosa de Jesús, y a fin de adecuarse a los nuevos gustos estéticos y devocionales, la Dolorosa de San Lorenzo adquiere carácter propio ya que renueva el lenguaje plástico del célebre imaginero, dulcificando sus facciones y prescindiendo de la marcada expresión de angustia y desconsuelo que caracteriza a su modelo predecesor.

La imagen es de vestir, de tamaño natural y tiene los brazos articulados. En octubre de 2022 fue trasladada al Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (CRRM). Allí permaneció hasta su regreso a San Lorenzo, en septiembre de 2023, tras los trabajos de restauración.

Por su parte, el origen de Cofradía de los Dolores lo encontramos en el culto a la Virgen a través del rezo público del Rosario que la imagen presidía por las calles de Murcia. Se remonta, aproximadamente, al año 1736 y perduraría en el tiempo hasta las primeras décadas del siglo XX. 

Después de mucho tiempo, en la Cuaresma del año 2015, se celebró un triduo en su honor, culto que se ha mantenido hasta hoy y sirvió como semilla para la recuperación de la cofradía con sede en el templo murciano dedicado a San Lorenzo. La Dolorosa sale en procesión en septiembre por las calles del barrio y el centro de la ciudad de Murcia, tras los cultos en su honor y como broche final a los mismos.