MUSEO SALZILLO. OBRA INVITADA

24/10/2024


 

 

Mañana viernes 25 de octubre a partir de las 13:00 horas, en la Sala de Bocetos del Museo Salzillo, podrá contemplarse la imagen de San Roque, una de las más admiradas del escultor barroco Francisco Salzillo (Murcia, 1707-1783), realizada para la cofradía murciana del mismo nombre.

Ambas figuras se exhibirán hasta el 20 de enero de 2025, dentro del programa Obra invitada, en el horario de visitas del museo: 10:00 a 17:00 horas de lunes a sábado; 11:00 a 14:00 los domingos y los días 6, 24 y 31 de diciembre; 12:30 a 14:30 horas los últimos domingos de cada mes; cerrado los días 8 y 25 de diciembre y 1 y 6 de enero.

San Roque, muy popular como abogado contra la peste, era también venerado por los pastores trashumantes y fue proclamado patrón del gremio de alpargateros y cordoneros de cáñamo de la ciudad de Murcia, cuyo núcleo principal se encontraba en el barrio murciano de San Andrés, aunque se le rendía culto en una pequeña ermita situada en las afueras de la ciudad, que el historiador Fuentes y Ponte localiza frente al camino de Molina. El mismo Fuentes y Ponte fue quien dijo que al arruinarse definitivamente la ermita, la hermandad organizada en torno a San Roque trasladó la imagen del santo a la iglesia de San Andrés en 1820.

La obra representa al santo francés en postura itinerante, revestido con el atuendo de peregrino compuesto por abultada túnica corta ablusada a la cintura, sombrero, manto recogido en su brazo izquierdo que cae en diagonal por la espalda, oscura esclavina con conchas y el típico bordón para apoyarse.

A sus pies un perro sentado le ofrece el pan que lleva en la boca para su sustento. Al otro lado un angelito levanta la túnica del santo y señala a los fieles la llaga sangrante en la pierna provocada por la peste, que había contraído por asistir a los enfermos contagiados, lo que le convirtió desde la Edad Media, como hemos apuntado, en un santo muy popular invocado como protector contra la peste y otras enfermedades contagiosas.

 

 

A principios de 1757 los mayordomos Bernardo de Cánovas y Juan Moreno, en nombre de la Hermandad de San Roque, encargaron la hechura del santo a Salzillo, que ya había realizado algunas de sus más importantes obras. Es de tamaño menor del natural, con peana alcanza los 132,5 cm. Los cofrades pidieron ese año una ayuda al Cabildo Catedralicio en aras de su conclusión y para que pudiera salir en la procesión del Corpus de aquel mismo año. Aunque ya existía un altar de 1739 realizado por Jaime Bort, se añadieron candeleros y cera, y también la cofradía costeó la vara del santo con calabaza y cascabeles de filigrana de plata para el collar del perro a sus pies, hoy perdidos.

Hablamos de una obra, por tanto, ejecutada en la época dorada de Salzillo, en los años en los que tallaba los pasos para la Cofradía de Jesús. El artista nos ofrece una imagen de ajustadas proporciones y apuesta figura, con la cabeza un poco inclinada hacia la derecha y abajo, brazos abiertos y cuerpo en actitud de movimiento, en el que contrasta su pie izquierdo levantado, que apoya ligeramente sobre una peña, con el derecho que soporta el peso del cuerpo.

Salzillo representó a San Roque en su doble vertiente como héroe, al dedicar su fortuna y vida a ayudar a los más necesitados, pero también como peregrino, como manifiesta su vara, el sombrero a su espalda o sus polainas. Es una figura llena de elegancia rococó y movimiento, donde sobresale la composición de los ropajes, así como la rica policromía y el abundante estofado, con diseños de grutescos y originales grecas.

Salzillo también llevó a cabo otras imágenes de San Roque: una para el convento de Verónicas de Murcia, que Sánchez Moreno cree posterior, y otra para Orihuela, actualmente en el Museo Diocesano de dicha ciudad, que es muy parecida en composición al que acaba de adquirir el Estado para el Museo Nacional de Escultura (imagen inferior), atribuida a su discípulo y colaborador Roque López y datada como obra de 1796.

 

 

Según el Acta Breviora (1483), San Roque vivió en el siglo XV, aunque para Francisco Diedo (1479), gobernador de Brescia, su vida se retrotraería cien años atrás. Su fiesta se celebraba en Murcia cada 16 de agosto con el traslado del santo antipestífero desde su ermita, donde permaneció hasta 1814, cuando se llevó al convento de San Diego. En 1820, como hemos dicho, pasó a la antigua parroquia de San Andrés. Posteriormente, en 1886, con la traslación parroquial a la antigua y desamortizada iglesia del convento de San Agustín, pasó a su ubicación actual. Ha formado parte de las grandes exposiciones dedicadas a Salzillo (1877, 1973, 1983, 2007).

Presenta un bello rostro con abundantes cabellos y rizada barba, y su apuesta figura está llena de movimiento. Ya apuntamos que, junto al santo, se encuentra su fiel compañero, un perrito que porta un pan en la boca, así como un ángel a su derecha que levanta su túnica para mostrar la llaga en su muslo; por cuestiones de decencia, en vez del bubón pestilente en la ingle como hubiera sido lo lógico. Sobresale la composición de los ropajes del santo de Montpellier, con diseños de grutescos y originales grecas en la rica policromía y el abundante estofado.

Esta obra se expone ahora en el Museo Salzillo junto a otra de menor tamaño sobre el tema (imagen inferior), perteneciente a una colección privada. Tiene unas medidas acordes a una imagen de oratorio, y presenta la gracia y la delicadeza características de Salzillo para este tipo de obras destinadas a los oratorios domésticos.

 

 
Foto: Joaquín Zamora

 

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