SARGENT / SOROLLA

27/10/2006


 

 

Organizada conjuntamente por el Museo Thyssen-Bornemisza, la Fundación Caja Madrid y el Ministerio de Cultura, la exposición Sargent / Sorolla reúne un total de 113 obras para presentar en paralelo las carreras de dos pintores -John Singer Sargent y Joaquín Sorolla-, contemporáneos en su producción artística aunque muy diferentes por su nacimiento, educación y personalidad. Les unió también el conocimiento mutuo de su obra, por la que ambos manifestaron su reconocimiento y admiración y, principalmente, lo que quiere poner de manifiesto esta exposición, el paralelismo que existe en algunos aspectos destacados de su pintura.

Las obras reunidas en esta exposición proceden de más de 50 prestadores diferentes, tanto museos como colecciones particulares de todo el mundo. Destacan el Museo Sorolla de Madrid, el Museum of Fine Arts de Boston o la Hispanic Society de Nueva York, así como el Metropolitan de Nueva York, la Tate, el Victoria & Albert Museum y la National Gallery Portrait de Londres, o los Museos D'Orsay y Petit Palais de París.

John Singer Sargent (1856-1925) y Joaquín Sorolla (1863-1923) trabajan en un periodo en el que el Impresionismo alcanza difusión universal. A pesar de que se mantuvieron siempre lejos de ese movimiento, han sido considerados a veces como impresionistas. Uno de los motivos es, precisamente, una de las características que les une: el interés por los efectos de la luz y del color. Ambos se proponen hacer una pintura moderna, pero de una modernidad muy personal y que parte de la tradición naturalista; fue ese credo naturalista el que les llevó a compartir con algunos pintores impresionistas la atracción por Velázquez, centrada en el uso del color y la luz como medios expresivos propios de la pintura, y basada también en un virtuoso manejo del pincel.

Ambos artistas disfrutaron de un notable éxito comercial y social y distinguieron su pintura de la del Impresionismo, en cuya estela se sitúan, convirtiéndose en alternativa a sus contemporáneos postimpresionistas. Además de alentar su propensión natural por el virtuosismo, la búsqueda del éxito les llevó hacia tres tipos de temas considerados "tradicionales" o "clásicos" y, por tanto, no muy bien vistos por los artistas de vanguardia: la pintura de género, el retrato y los encargos decorativos.

El trabajo que hicieron en este último campo tiende a ser olvidado hoy en día, y ambos sufrieron considerablemente por su fracaso personal y artístico en él. Sin embargo, los proyectos de grandes ciclos decorativos realizados por Sargent y Sorolla para importantes instituciones fueron emprendidos con enorme entusiasmo y merecen ser examinados de nuevo, por lo que se les dedica una parte destacada de la muestra.

El retrato fue, en el caso de Sargent, el género con el que obtuvo un mayor éxito entre sus contemporáneos. Percibido en su día como un Lawrence redivivo, o como el Van Dyck de los tiempos modernos, Sargent puede ser apreciado retrospectivamente como el último gran representante de la tradición clásica del retrato. La decadencia de las convenciones sociales de este género a finales del siglo XIX fue, precisamente, una de las razones de las dificultades que Sargent sufrió en los círculos de la Modernidad crítica. Y, sin embargo -la obra de Pablo Picasso o la de Henri Matisse dan testimonio de ello-, el retrato ha sobrevivido a la Modernidad y, desde el punto de vista actual, los realizados por Sargent, y también por Sorolla, pueden ser apreciados como extraordinariamente sugestivos. Algo parecido ocurre con la pintura de género, el campo favorito de Sorolla, al que sometió a diversas transformaciones, imbuyéndole unas veces de un riguroso realismo y otras de un lirismo que alcanza la inmediatez de un diario pintado.

Habiendo alcanzado el éxito relativamente pronto, tanto Sargent como Sorolla pudieron, con sus recursos y su vocación, dedicarse a la más moderna de las tareas artísticas: pintar para sí mismos. El modelo de desarrollo artístico lineal que los historiadores de la Modernidad tendían a imponer sobre el arte del siglo XX ha oscurecido esta fase de su trabajo artístico; un menosprecio similar al que también recayó en su día sobre el Impresionismo tardío. La exposición tratará de demostrar que, como ocurrió con Monet, en el caso de John Singer Sargent y de Joaquín Sorolla fue durante los últimos doce o quince años de sus vidas cuando su obra alcanza la culminación de pasión y excelencia pictóricas por la que debería ser finalmente recordada.

 

Hasta el 7 de enero de 2007 en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

 

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