ATRIBUIDO A GASPAR NÚÑEZ DELGADO OTRO BUSTO DE ECCE HOMO EN SEVILLA

Salvador Guijo (28/01/2022)


 

 
 
Foto: Daniel Salvador-Almeida

 

La pieza se conserva en el Real Monasterio de San Leandro de Sevilla y fue realizado en barro policromado siguiendo una serie del mismo modelo. Su atribución, publicada en el último número de la revista extremeña Norba, corresponde a Salvador Guijo Pérez (Universidad Pablo de Olavide), conservador del citado monasterio regentado por monjas agustinas de clausura.

Este Ecce Homo de San Leandro se conserva en el coro alto del cenobio. Sus rasgos formales y estilísticos no dejan lugar a dudas sobre la autoría del taller de Gaspar Núñez Delgado. La existencia de dicha obra en el monasterio puede relacionarse con la importante producción de moldes, realizados en barro por el autor.

Según Guijo, la relación de Gaspar Núñez Delgado con las claveras y sacristanas agustinas pudo fraguarse a raíz del contrato suscrito el 12 de marzo de 1582 entre los escultores Diego de Velasco y Jerónimo Hernández y la comunidad de San Leandro de cara a la ejecución del retablo mayor del nuevo templo, pues parece ser que Hernández fue maestro de Núñez Delgado, al que se le pudo encargar el Ecce Homo como pieza devocional o dote de alguna de las religiosas del cenobio o de sus aspirantes.

Nos encontramos ante uno de los temas habituales y repetidos en la obra propiamente de Núñez Delgado. Estas esculturas del Ecce Homo en barro cocido policromado se fechan hacia 1600, siendo extraordinariamente similares, casi idénticas. Corresponden la mayoría con representaciones de la cabeza de Jesús con la clámide anudada a la derecha de la imagen y una voluminosa corona de espinas.

Sirvan como ejemplos significativos de esta temática los los Ecce Homo del convento de San Antón de Granada, el conservado en el museo de Bellas Artes de la misma ciudad, el del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, primero en atribuirse, el de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla y el de la Hermandad Sacramental del Sagrario de Sevilla, así como los madrileños de la iglesia de San Nicolás de los Servitas y el que perteneció a las Escuelas Pías de San Fernando.

Estilísticamente, el Ecce Homo del cenobio sevillano de San Leandro presenta los mismos rasgos manieristas de transición al naturalismo que caracterizan la representación de esta temática del escultor abulense. Presenta una particularidad con relación a todos los demás, ya que el recogido de la clámide fue eliminado, evitando así el acentuamiento de la torsión de la cabeza para enfatizar una visión más frontal. La cabeza se presenta en escorzo, con el doble giro del cuello, donde el rostro se muestra levantado e inclinado hacia el hombro derecho al mismo tiempo. Los mechones de pelo, recrecidos en el cuello, prolongan el giro.

La manera de representar el rostro masculino tiene claras similitudes con los modelos de su maestro Jerónimo Hernández, así como con las obras de Andrés de Ocampo, siendo el que nos ocupa de un modelado más marcado y detallista. En cuanto a la policromía de la obra, no podemos dejar de hacer mención a Francisco Pacheco. Los numerosos y toscos repintes realizados en color negro sobre ciertas partes de la pieza, nos impiden la correcta observación de la misma.

El estado de conservación era muy deficiente, llegando a ser sostenido el Ecce Homo por cuerdas debido a las numerosas grietas y pérdidas en el barro. Afortunadamente, estas no afectan a la zona del rostro, sino al busto que se eleva sobre un suplemento que lo dota de mayor consistencia. Por fortuna, actualmente la pieza está siendo sometida a una restauración, ya que necesita una limpieza y una eliminación de repintes que permita contemplar la belleza de la policromía original, tal y como se concibió hacia 1600 por el autor.

 

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