NUEVOS LIBROS DE EDITORIAL dARTE SOBRE IMAGINERÍA Y TRADICIONES ANDALUZAS

10/05/2023


 

 
 
 
 
Foto: Alfonso Vidán

 

Sevilla. Santo Entierro Grande. Catorce ediciones entre 1850-2023

Hoy a las 19:30 horas se presenta en la Librería San Pablo de Sevilla (Calle Sierpes, 57) la nueva edición de la Editorial dArte, titulada Sevilla. Santo Entierro Grande. Catorce ediciones entre 1850-2023, una obra de 190 páginas escrita por Andrés Luque Teruel y Alicia Iglesias Cumplido, que intervendrán para explicar a los asistentes los pormenores de una publicación que cuenta además -como todas las de dicha editorial dedicada al arte y la cultura de Andalucía, especialmente del Barroco- con un excelente aporte fotográfico.

Según Luque Teruel, la llegada del Duque de Montpensier a Sevilla, el 7 de mayo de 1848, supuso un nuevo punto de inflexión para la Semana Santa. Su ambición personal y sus pretensiones soterradas respecto de la corona de España lo llevaron a formar en unos años la llamada "corte paralela".

Pronto el duque, Antonio de Orleans, estableció relaciones sociales y comerciales con la nueva burguesía como medio de conseguir una posición especial en la consideración del pueblo, contrarrestada con habilidad y parecidos argumentos por el rey Alfonso XII y la reina regente María Cristina de Borbón. En ese pulso y, contando con la buena disposición con la burguesía y las hermandades próximas a esta, encontró claros motivos comerciales en las posibilidades de las fiestas locales.

El Duque de Montpensier venía de París, paradigma de la modernidad en aquel momento, y observó con extrañeza que en Sevilla no había ningún hotel ni la mínima organización ni ayuda pública a lo que consideró un gran espectáculo abandonado a su suerte, la Semana Santa. Pronto abrió varios hoteles y organizó la carrera oficial con las sillas y el sentido comercial actual, como medio inmediato para recaudar fondos anuales que le permitiesen presentarse primero con el debido decoro y después con la mayor riqueza posible.

Una de sus principales iniciativas, atendida por el Ayuntamiento de Sevilla, fue la organización del primer Santo Entierro Grande, en 1850, repetido en 1854, para que tanto él y su familia como, sobre todo, los ilustres visitantes de la ciudad pudiesen contemplar juntos y seguidos un amplio número de pasos. Luego volvió a celebrarse en 1890, 1898, 1910, 1920, 1946, 1965, 1994, 2004 y 2023, este último con estampas inéditas y gran éxito de público.

 

 
 
Foto: David Infante

 

Juan de Astorga. El ideal de belleza en la nueva escultura del siglo XIX

La última publicación de la Editorial dArte sobre uno de los principales escultores e imagineros de Andalucía tiene en esta ocasión como protagonista a Juan de Astorga, uno de los mejores ejemplos del desarrollo del estilo romántico en la escultura sacra. La obra, titulada Juan de Astorga. El ideal de belleza en la nueva escultura del siglo XIX, es la segunda monografía dedicada al artista tras la editada en 1986 por la Diputación Provincial de Sevilla (Colección Arte Hispalense) y que estuvo a cargo de José Ignacio Ruiz Alcañiz.

Escrito también por Iglesias Cumplido con prólogo de Luque Teruel, este nuevo libro supone una puesta al día de la trayectoria de un artista cuyo estilo no solo es uno de los más valorados actualmente, sino también de los más imitados por los imagineros andaluces, desde sus sucesores hasta la actualidad, pasando por destacadas figuras del siglo XX como Sebastián Santos, Fernández-Andes, Antonio Eslava o Luis Álvarez Duarte.

Natural de Archidona (Málaga), Juan de Astorga Cubero (1777-1849) se trasladó a los veinte años de edad a Sevilla para estudiar en la Academia por entonces llamada Real Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla, recibiendo las enseñanzas de los escultores Cristóbal Ramos y Blas Molner, y llegando a ser profesor y, posteriormente, director de escultura en la misma en 1810 y 1825, respectivamente.

La obra de Juan de Astorga, que además de escultor fue diseñador y retablista, se halla a medio camino entre las formas exquisitas y de serena belleza, la aristocracia del neoclasicismo y las reminiscencias de los grandes maestros del barroco. Resulta obvio que tan dulces y refinadas maneras encuentren su mejor cauce en sus creaciones femeninas, imágenes marianas o de santas, especialmente a la hora de aunar magistralmente una profunda angustia con un canon de idealizada hermosura en sus dolorosas. No obstante, no hay que desdeñar en absoluto las creaciones masculinas de Astorga, ya sean cristos o santos, pues en ellas observamos una sensibilidad y una pureza de líneas apenas igualada por el resto de imagineros del entorno.

Juan de Astorga realizó además numerosas restauraciones dentro de los criterios devocionales de su época, lo que incluyó remodelaciones de antiguas tallas cuya estética modificó notablemente. Su hijo Gabriel de Astorga fue también imaginero, al igual que Gumersindo Jiménez Astorga, hijastro del anterior cuyo apellido adoptó.

 

 
 
Foto: Alfonso Vidán

 

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