PEDRO ROLDÁN, ESCULTOR (1624-1690)
01/12/2023
El Museo de Bellas Artes de Sevilla (MBASE) celebra con la exposición Pedro Roldán, escultor (1624-1690) el IV centenario del nacimiento de Pedro Roldán, la figura más relevante del panorama escultórico sevillano de la segunda mitad del siglo XVII y uno de los artistas estelares de la escultura barroca española. Así lo ha reconocido la historiografía artística a partir de la pionera biografía que le dedicó el tratadista y pintor Antonio Palomino en 1724. Resulta incuestionable la impronta que dejó entre sus contemporáneos y hasta bien avanzado el siglo XVIII. Es reconocible por su peculiar técnica de talla abocetada, su gusto por las composiciones abiertas y por el personal estilo que otorga a la morfología de sus imágenes. Sus obras reflejan un dinamismo contenido y una notable capacidad expresiva, sin olvidar su contribución a la hora de consagrar determinados modelos iconográficos. Pedro Roldán fue el escultor sevillano de su generación que gozó de mayor prestigio y proyección externa. Sus creaciones escultóricas, mayoritariamente de temática religiosa, fueron realizadas en soportes diversos, como madera policromada, piedra o yeso. Ya en su tiempo, fueron requeridas y enviadas a diferentes localidades de Andalucía, la Baja Extremadura, País Vasco y el Archipiélago Canario, respondiendo a los múltiples y versátiles encargos que recibió su prolífico taller por parte de un amplio abanico de instituciones eclesiásticas y clientes particulares. Pedro Roldán fue hijo del carpintero Marcos Roldán y de Isabel de Nieva, oriundos de Antequera (Málaga). Tras ser bautizado en la parroquia del Sagrario de la catedral de Sevilla el 14 de enero de 1624, sus padres retornaron pronto a su ciudad de origen. En 1638, con catorce años y orientada su vocación artística, Pedro llegó a Granada para aprender el oficio de escultor en el taller de Alonso de Mena. Allí permaneció hasta 1646, cuando regresa a Sevilla, movido quizás por las amplias posibilidades laborales que ofrecía la metrópolis hispalense. Su primer conjunto documentado y conservado son las esculturas para el retablo mayor del convento de Santa Ana de Montilla (1652-1654). Esas obras denotan el poderoso influjo que ejerció sobre su plástica la novedosa producción del escultor asentado en Sevilla José de Arce, flamenco de origen y de formación italiana, a quien siguió por la senda del pleno barroco, con su característica monumentalidad y teatralidad expresiva. En estos primeros años sevillanos se produce el despegue de la carrera profesional de Roldán, quien entabla entonces relaciones de amistad con una red de aventajados artistas que a veces llegarán a fructificar en colaboraciones laborales. Ello sucedió con el arquitecto Sebastián de Ruesta, los escultores Felipe de Ribas y Juan Pérez Crespo, el ensamblador Francisco de Ribas o los pintores y policromadores Gaspar de Ribas, Ignacio de León Salcedo y Juan de Valdés Leal. Entre 1664 y 1672 consta que Pedro Roldán mantenía su ambición por perfeccionar su arte. Con este motivo acudió asiduamente a la academia que los pintores tenían establecida en la Casa Lonja desde 1660 para dibujar y modelar del natural. Allí se relacionó con los más destacados artífices del momento, como el ensamblador Bernardo Simón de Pineda o los escultores Gabriel de Mata, Alfonso Martínez, Andrés Cansino y Francisco Antonio Gijón. También con un considerable número de pintores, algunos de los cuales se convirtieron, como Valdés Leal, en habituales policromadores de su obra. Durante esos años, y en relación con este círculo de artistas, se fraguaron algunos de los hitos más importantes de su producción, que habrían de reportarle gran fama para la posteridad. Es el caso de las esculturas para los retablos de la capilla de la Piedad del desaparecido convento casa grande de San Francisco -hoy en el presbiterio de la parroquia del Sagrario- y de la iglesia de San Jorge en el hospital de la Santa Caridad. |
A finales de 1675 inició una serie de viajes y estancias por distintas localidades de Andalucía para contratar y, en su caso, afrontar sobre el terreno la realización de relevantes encargos. Así lo señala la naturaleza de sus comitentes: el cabildo de la catedral de Jaén, los cartujos de Jerez de la Frontera, el patrono del convento cordobés de Santa Isabel de los Ángeles o el obispo de Córdoba fray Alonso de Salizanes. El 16 de septiembre de 1689, cumplidos ya los 65 años, y gravemente enfermo, Pedro Roldán otorgó poder para testar a su esposa, Teresa de Villavicencio. Afortunadamente, superada aquella dolencia, inició la última década de su vida con un compromiso de indudable envergadura: el programa figurativo para el retablo mayor del convento de Santa María de Jesús de Sevilla. Con él iniciaba una colaboración estable con el ensamblador montillano Cristóbal de Guadix. En compañía de su hijo Pedro Roldán el Mozo, ajustó el 16 de junio de 1690, la realización de 24 columnas de jaspe para la iglesia del hospital del Buen Suceso de Sevilla. Se justificó por esta y otras intervenciones e informes periciales, que Roldán se consideró en alguna ocasión como "un devoto inteligente de la arquitectura". Su capacidad para el diseño arquitectónico ya le había facultado tiempo atrás para ofrecer maquetas y modelos de retablos. Pedro Roldán murió a los 75 años, siendo enterrado el 4 de agosto de 1699 en la iglesia de San Marcos, al pie del retablo de Nuestra Señora del Rosario. No escasearon los trabajos para su taller en los años finales de su existencia, con encargos procedentes de Antequera, Sanlúcar de Barrameda, Écija y la propia Sevilla. Aquí destacan, entre otras, sus esculturas para el hospital de los Venerables Sacerdotes, así como el extenso repertorio, en piedra y en madera, destinado a la recién reconstruida iglesia del convento dominico de San Pablo, hoy parroquia de Santa María Magdalena. Nuestro escultor encabezó uno de los talleres de escultura más importantes de la Andalucía barroca, en el que se formaron, tanto en dicho oficio como en el de la policromía de imágenes, sus hijos, Marcelino y Pedro, e hijas Francisca, Luisa y María Josefa, así como algunos de sus discípulos que se convertirían en sus futuros yernos: José Felipe Duque Cornejo, Luis Antonio de los Arcos, Matías de Brunenque y José Fernández de Arteaga, además de su sobrino nieto Julián Roldán Guerrero, su nieto Pedro Duque Cornejo, y otros aprendices y oficiales. La actividad de este obrador de nítido carácter familiar, tan extenso y cualificado, dio lugar a una amplia variedad de registros y a un nivel sostenido de calidad. Esto provoca que no resulte siempre fácil discernir el grado de participación personal del maestro respecto al del resto de sus integrantes. Sus respectivas personalidades artísticas quedan en cierto modo homogeneizadas bajo el sello de lo "roldanesco", hasta que sus miembros llegan a independizarse, como sucedió con Luisa Roldán, "La Roldana", tras contraer matrimonio en 1671 con Luis Antonio de los Arcos. Comisariada por el historiador sevillano José Roda Peña, Pedro Roldán, escultor (1624-1690) podrá verse hasta el 10 de marzo de 2024 en el MBASE (Plaza del Museo 9, Sevilla) dentro del siguiente horario: martes a sábado de 09:00 a 21:00 horas, domingos y festivos de 09:00 a 15:00 horas, cerrado los lunes (excepto los que sean vísperas de festivo, que abre de 09:00 a 15:00 horas) y los días 24, 25 y 31 de diciembre de 2023 y 1 y 6 de enero de 2024. La exposición irá acompañada de un ciclo de conferencias, visitas guiadas y de un catálogo, publicado con este motivo, que incluye las fichas catalográficas de las 44 obras expuestas y seis ensayos de José Roda Peña, José Luis Romero Torres, Manuel García Luque, Francisco Javier Herrera García, Alfredo Morales Martínez e Ignacio Hermoso Romero. |
Fotos: Pepe Morón
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