NUEVA OBRA DE FERNANDO VAQUERO PARA CORIA DEL RÍO (SEVILLA)

Fernando Vaquero Valero (17/02/2024)


 

 

El cartel de la Semana Santa de Coria del Río, de este año 2024, es un monumento a la propia Semana Santa. Resulta curioso como una fiesta que mueve tanto, tan cargada de arte, de historia y devoción, una fiesta a la que con frecuencia llamamos nuestra Semana Mayor, aún no tenga ni en Sevilla ni en su provincia un monumento que la homenajee, como ya los hay en Jerez, Valladolid, Ceuta o Zamora por poner un ejemplo. Yo he querido imaginar con este cartel un monumento, realizado con materiales nobles: el bronce y el mármol. Un monumento a una de las Semanas Santas más importantes de Andalucía: la de Coria del Río.

Pero empecemos por el principio, por donde comenzó a gestarse todo: hace unos meses recibía en mi estudio la visita de José Luis, presidente del Consejo de Cofradías de Coria del Río, acompañado por mi querido Julio, para encomendarme la difícil tarea de realizar el cartel de la Semana Santa de este año. Este encargo traía otro de añadidura, y era el de la hermandad que este año debía ser la protagonista de dicho cartel: mi querida Hermandad de la Soledad Coronada. Muchas cosas son ya las que me unen a esta querida hermandad: para ellos realicé en su día el cartel del cincuentenario de la hechura de su Cristo, también aquella papeleta de sitio conmemorativa durante la pandemia, mi mujer Irene les restauró su San José, y a raíz de todos esos encargos se ha forjado entre ellos y mi familia una bonita amistad. Aún recuerdo cuando enfermó mi padre y a su hermano mayor le faltó tiempo para ofrecerme una silla de ruedas, o cuando el año pasado nos invitaban a presenciar desde dentro la organización y salida de la cofradía. José Joaquín, Juan Jesús, Javier, Manolo Cardo o su hermano mayor, mi amigo Julio, un hombre bueno en el más amplio sentido de la palabra. ¿Qué quiero decir con todo esto? Que aunque el Consejo de Hermandades me hubiese dado libertad absoluta de elección, yo seguramente hubiera terminado eligiendo a la Hermandad de la Soledad. Aun así, qué cierto es que, en el arte, el hombre propone y las musas disponen, porque mi primera intención al pensar en el cartel, fue representar a vuestra Madre, pero aquella idea que surgió una noche en mi cabeza de realizar un monumento a vuestra Semana Santa me fue llevando poco a poco a él. Muchos retos técnicos y compositivos aparecían entonces ante mí: ¿cómo colocar a un yacente en un monumento de manera que pudiera contemplarse completa toda su anatomía?, ¿qué pasaje representar en ese monumento?, ¿cómo convertir en mármol una talla que está realizada en madera policromada? Estas son algunas de las preguntas y de los retos que esta idea del monumento me planteaba. Para estas y otras dudas decidí preguntar a los grandes de la escultura: a Miguel Ángel y a Bernini. Seguramente, al hablar de escultura y mencionar a Miguel Ángel, a todos se nos viene a la cabeza su famosísima Piedad, pero no todos sabrán que el florentino realizó además otras dos piedades: la Florentina y la que fue su última obra, la Rondanini, talla en la que estuvo trabajando hasta sus últimos días. Parece sobrehumano que este hombre continuara tallando este mármol a sus 88 años de edad.

Si se fijan, la idea de mi cartel procede de aquí. Es un descendimiento. En la piedad Florentina, Nicodemo sostiene el cuerpo muerto de Cristo, mientras su Madre y María Magdalena intentan, sin conseguirlo, sujetarlo también. Pero el peso del Señor cede tocando el suelo, lo que provoca que sus piernas se empiecen a flexionar. La piedad Rondanini es mucho más vertical, así como más parecida, si cabe, a la concepción que quise darle a este particular "monumento".

Yo quería que en mi monumento Cristo apareciese suspendido, a medio camino entre la cruz y el suelo. Es por este motivo que ideé colocar en este grupo escultórico no solo a Nicodemo, sino también a José de Arimatea. Entre ellos dos sujetan el cuerpo, uno sosteniéndolo con sus brazos, a nivel del pecho y las axilas, y el otro apoyando sobre su hombro el peso muerto de Cristo mientras su brazo rodea la espalda, sujetando la cadera con su mano. Una vez resuelto el problema del peso físico del Cristo, la escena me resultaba excesivamente vertical para un monumento y decidí convertirla en una composición piramidal para que el efecto resultase más estable; para ello, ideé acompañarlo por dos personajes dolientes que lloran amargamente: a la izquierda de Cristo un dramático san Juan, que mira entre lágrimas al maestro mientras alarga su mano izquierda para tocar su pierna, y una Magdalena que baja la cabeza para llorar en silencio mientras es consolada por un gesto de Arimatea. Tanto estas dos figuras como la de Arimatea están presentadas como si fueran fundidas en bronce, mientras que Cristo y Nicodemo se presentan como si estuvieran talladas en mármol.

Pero volvamos a San Juan: el gesto del fiel discípulo está inspirado en la obra "Alma condenada" ("Anima Dannata") de Gian Lorenzo Bernini. Si hay un escultor en la historia del arte que supo convertir el mármol en carne humana, ese fue sin duda Bernini, quien se enorgullecía de poder rasguñar los límites físicos del mármol para dales la apariencia de piel. El ejemplo más famoso de todo esto que estoy diciendo es el famoso "Rapto de Proserpina", en el que el muslo de la joven parece hundirse al ser agarrado por la mano de Plutón. En mi obra también quise utilizar este efecto -salvando las distancias, por supuesto-: en la parte del pecho de Cristo que sujeta la mano de Nicodemo, entre sus dedos vemos también como se entremete la piel de Jesús.

 

 

Y con nuestro Señor quiero terminar. Los Yacentes, los grandes desconocidos de nuestra Semana Santa a pesar de su indiscutible belleza, la escena que representan los muestra generalmente tumbados y dentro de una urna, lo que impide al devoto disfrutar de su belleza, y para belleza la que Francisco Buiza imprimió a este Cristo, un Cristo que llegó hace cincuenta y dos años a Coria con la pátina aún fresca, sin secar, y una devota, aquel mismo día al verlo no pudo resistirse, se acercó y lo besó. Aquel beso de carmín permaneció 50 años en el cuerpo del Yacente de Coria, hasta que por cuestiones de conservación se ha decidido sabiamente retirarlo para prevenir daños futuros. Un Cristo yacente que yo he tenido que adaptar a esta escena, cambiándole la disposición anatómica de sus hombros para dar la impresión de que Nicodemo lo sujeta. Para este reto me he vuelto a inspirar en Bernini y en su San Sebastián.

Para culminar el monumento lo deposité sobre una peana de piedra, una peana escalonada en la que aparece grabado el texto "Semana Santa 2024" en números romanos, y en el escalón inferior vuestro pueblo "Coria del Río". Incluso mi firma, en este caso, en vez de pintarla también la que querido tallar en la esquina inferior derecha.

La escena está finalmente bañada por una luz cenital que ilumina las partes que más sobresalen, como son la cabeza de Nicodemo, el hombro y el pecho izquierdo del Cristo, y, más abajo, sus piernas y las de Arimatea. Al sobresalir de la peana tanto el pie de San Juan como la túnica de la Magdalena, estas crean en los escalones sendas sombras proyectadas.

Y ya, por último, algunos datos técnicos de la obra. El cuadro tiene unas dimensiones de 157 x 81 cm y está pintado al óleo sobre lino, el mismo tipo de tela que envolvió el cuerpo de Cristo. Dado que la importancia del cartel en redes sociales ya ha superado con creces la de la impresión física en papel, a nivel de difusión he creído necesario cuidar mucho este aspecto. Hay estudios que apuntan a que el 90 % del visionado de un cartel se hace ya a través de Internet, y que el modo más frecuente de verlo es mediante nuestros smartphones. El diseño en vertical de este cartel permite, como ven, que se ajuste a la perfección a las pantallas de los teléfonos móviles, detalle muy a tener en cuenta ya que no olvidemos que un cartel al fin y al cabo es un anuncio publicitario.

La Semana Santa de Coria del Río posee un patrimonio de valor incalculable: Pedro Roldán, Gil de Siloé, Cristóbal Ramos, Francisco Buiza o Darío Fernández por citar algunos escultores. En las manos de las Juntas de Gobierno de las Hermandades de Coria está la herencia que deben algún día dejar en manos de aquellos que vendrán, y la deberán dejar en las mejores condiciones posibles como en su día así lo hicieron vuestros padres con vosotros.

Mientras pintaba vuestro cartel se me fue mi tío Manolo al cielo y es a él a quien dedico este cartel.

Queridos cofrades de Coria, espero haber estado a la altura de tan magna Semana Santa. Este es un cartel para vosotros, sí, pero también es un cartel pensado para los de fuera, para los que todavía no la conocen, porque un cartel no es más que eso, un anuncio publicitario, un reclamo para que, fuera de vuestras fronteras, la Semana Mayor de Coria del Río sea conocida cada año un poco más.

 

 

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