CONFIRMADA LA AUTORÍA DE UNA OBRA SEVILLANA DEL ESCULTOR JUAN DE MESA

27/09/2024


 

 

El pasado 23 de septiembre, durante los trabajos de restauración acometidos por Almudena Fernández García y José Joaquín Fijo León en la talla del Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Entierro (Sevilla), los restauradores extrajeron un documento que había sido introducido en el interior de la misma sin que la misma experimentase daño alguno. Cuatro días antes, al introducir en el interior del embón de la imagen una cámara endoscópica, los restauradores se percataron de la existencia de un elemento extraño y de naturaleza aparentemente documental.

Una vez extraído el documento, se procedió a su digitalización para remitir de inmediato la imagen a Pablo Alberto Mestre Navas, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y hermano de la corporación, quien observó que se trataba de un papel de fabricación artesanal con numerosos restos de cola y pegamento que han comprometido su estado de conservación. Dichos restos indica que el documento, que se encontraba ocho veces plegado, fue introducido una vez se procedió al cierre de la imagen, lo que provocó que se desprendiesen gotas de cola que se depositaron en el papel, quedando numerosos restos circulares que invitan a pensar que la talla permaneció un tiempo en posición estática.

La naturaleza jurídica del documento es testimonial. Las características morfológicas de su escritura se adecuan a las grafías del siglo XVII. En primer lugar, el documento afirma que la corporación "mandó hazer esta santa imagen" y que fue costeada con las "limosnas de muchos devotos". Igualmente, señala que la autoría material pertenece al celebérrimo escultor cordobés Juan de Mesa y Velasco, encargándose de la encarnadura Juan Sánchez Cotán, quien figura mencionado como "alcalde de los pintores en esta ciudad". El documento afirma que la imagen fue finalizada el 12 de marzo de 1619, lo que indica que el Cristo Yacente fue una de las primeras imágenes talladas por Juan de Mesa para la Semana Santa de Sevilla Además, deben indicarse otros datos de interés: en el escatocolo o parte final del documento figuran tres nombres: Sebastián González, quien se intitula como "veedor del artillería desta ciudad", el licenciado Agustín Fernández de Castro y Luis Fernández Salguero. Para el profesor Mestre, la inclusión de estos tres nombres podrían ser indicativos de que fuesen oficiales de junta o que costeasen buena parte de la obra, pues los tres figuran como testigos de la ejecución de la talla. De esta forma, en el documento se afirma que "asistieron al hazerla por su devoción". Mestre ha podido identificar a estos tres testigos a través de otras fuentes documentales halladas en el Archivo General de Indias, constatándose que González fue nombrado veedor de artillería de la Casa de la Contratación en 1611, mientras que Fernández de Castro pudo ser abogado de la Real Audiencia de Sevilla.

Sin duda, este hallazgo documental disipa las dudas que hasta la fecha existían sobre la autoría del Cristo Yacente y confirma las atribuciones que se han venido haciendo desde tiempos del profesor José Hernández Díaz, quien ya señaló al escultor e imaginero cordobés como autor del Cristo Yacente, cuya cronología se determinaba en torno a 1620. El documento arroja luz sobre la participación de Sánchez Cotán en la encarnadura de esta venerada imagen, policromía que Fijo León ha empezado a identificar debajo de la que, en el siglo XIX, realizase Valeriano Bécquer.

El hermano mayor del Santo Entierro, Fermín Vázquez Sánchez, asegura que este importantísimo hallazgo, del que fue informado en todo momento el experto José Roda Peña, profesor de la Universidad de Sevilla, arroja luz en uno de los momentos más desconocidos de la historia de dicha corporación de penitencia.

La imagen del Cristo Yacente mide 198 cm de altura y fue tallada por Mesa en madera de cedro. Se muestra en el interior de una urna, con la cabeza reclinada sobre un almohadón. El rostro, dramático y abatido, posee los ojos semicerrados, tallados y pintados en la madera, y la boca entreabierta como consecuencia de la relajación post-mortem, dejando ver los dientes tallados en su interior. Mesa organizó la cabellera en ensortijados mechones virtuosamente acabados, típicos de su estilo, peinándola al centro y dejando caer dos pequeñas guedejas sobre los hombros. La bífida barba ofrece parejo modelado. También mesinos son rasgos faciales como el hebraico perfil, los pómulos salientes y las orejas descubiertas, así como la espléndida anatomía, en la que los musculados brazos dan paso a unas manos de dedos semiflexionados, al igual que las piernas, signo inequívoco de rigidez cadavérica. El torso es ancho y atlético, mientras que el vientre se encuentra muy hundido, signo también post-mortem. La policromía actual no escatima en la representación de hematomas, contusiones, regueros de sangre coagulada y livideces cadavéricas. Dotados de cierto volumen se hallan los pliegues del paño de pureza, que se ciñe con varias vueltas a la cintura y forma un lazo en el costado derecho.

 

 

Fotos: Jaime Rodríguez y Flora García

 

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