La imagen tiene como destino uno de los templos dedicados a Nuestra Señora de los Dolores en Nuevo México (USA). De tamaño natural, ha sido tallada en madera de cedro y policromada al óleo por el escultor e imaginero de Dos Hermanas (Sevilla), quien además ha insertado ojos de cristal en el interior de su mascarilla.

Es una efigie mariana de candelero, vestida para el reportaje gráfico que acompaña la noticia por Antonio Bejarano. Las piezas trabajadas en metal noble han corrido a cargo de Orfebrería Castilleja.

Ataviada con prendas de colores inmaculistas, la dolorosa muestra un modelado muy clásico e integrado dentro de los populares esquemas andaluces, con la cabeza inclinada hacia el lado derecho, el idealizado rostro apenas alterado por el dolor, y las manos abiertas sobre el pecho, simulando enjugar sus lágrimas con el pañuelo de encajes que sostiene en la derecha.

Vemos en sus facciones la influencia de los modelos de Mena, sobre todo en la mirada baja y los ojos casi semicerrados por el llanto, que reflejan una contenida emoción y una forma sutil de transmitir su aflicción.