Una exposición y un nuevo volumen de la Institución Joaquín Sorolla de Investigación y Estudios, analizan la importancia del autorretrato en la producción del creador valenciano que, de este modo, se coloca frente a un espejo que devuelve, reflejada, su imagen como pintor y amante.

La muestra y el libro fueron presentados ayer en rueda de prensa por el secretario autonómico de Cultura, Rafael Ripoll; el director gerente del Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana, Felipe Garín, y la autora del estudio y comisaria de la exposición, Isabel Justo. Para la ocasión, se ha instalado en el Centro del Carmen, antiguo convento valenciano, una pequeña selección titulada Pintar y Amarte, frase que Sorolla solía decir a su esposa, Clotilde, y que aparece en una carta datada de 1808.

La pieza estrella es un autorretrato del artista, fechado en 1912, perteneciente a una colección particular y que no se exhibía en Valencia desde hace 22 años. La exposición -la cuarta que impulsa la institución de investigación- exhibe también unas 70 imágenes, mediante el permiso concedido por el Museo Sorolla de Madrid para el uso de su archivo fotográfico, y se ha elaborado un audiovisual a cargo de la Unidad de Producción Audiovisual de la Conselleria de Turismo, Cultura y Deporte.

Al mismo tiempo, unas mesas backlight ofrecen una selección de imágenes de las obras más importantes de Sorolla como El Crit del Palleter (1884) -obra de la Diputación de Valencia y que se muestra al mismo tiempo en este centro cultural en la exposición Valencianos, 1812-, Exvoto (1892); ¡Aún Dicen que el Pescado es Caro! (1894), del Museo Nacional del Prado, o La Vuelta de la Pesca (1894).

Respecto al libro, Justo ha comentado que reproduce por primera vez juntos los 24 autorretratos que se han contabilizado de Joaquín Sorolla, cuatro de ellos en los que el pintor se incluye dentro de un grupo, ya sea familiar o de personalidades de la época. De los 20 restantes, hay ocho que están considerados obras maestras, y también un conjunto integrado por dibujos preparatorios.

El valenciano se presentaba en estos trabajos, o bien como un hombre de su tiempo, o como un pintor. Se da la circunstancia de que el cuadro que ahora se expone en el Centro del Carmen aúna estas dos condiciones, ya que Sorolla va vestido con un traje pero lleva la paleta y ofrece una "mirada escrutadora no exenta de cierto aire genial", ha hecho notar Isabel Justo. Otro de los asesores científicos de la Institución Joaquín Sorolla, Facundo Tomás, ha señalado que en la producción del autor se adivina su timidez. De hecho, en las primeras obras prácticamente no aparece -incluso llegó a pintarse de espaldas- y solo sus triunfos le animaron a retratarse con perfiles más nítidos.

Rafael Ripoll ha incidido en la voluntad de la Conselleria de Cultura de continuar poniendo en valor la figura del pintor valenciano Joaquín Sorolla y ha avanzado que la ruta que lleva su nombre -y que hasta el momento se circunscribía únicamente a la ciudad de Valencia- se va a extender a Las Marinas de Jávea, la huerta de Alzira, el Cabo de San Antonio y el Palmeral de Elche (Alicante).