Nos llega desde Valladolid una talla procesional de la Inmaculada Concepción que desfiló los días 7 y 8 de diciembre por las calles de la ciudad, con motivo de su festividad, desde la Basílica Menor y Santuario Nacional de la Gran Promesa, donde fue presentada y bendecida unos días antes.

La obra del escultor e imaginero David Valenciano Larios sigue los postulados de los artistas del Barroco, en especial de Murillo, según las indicaciones dadas por el pintor y tratadista Francisco Pacheco tras conocer las revelaciones de Santa Beatriz de Silva, de ahí que María aparezca vestida con los colores de la iconografía: blanco por su pureza, azul por su sabiduría y virginidad, y rojo por su amor a Cristo y a los hombres.

La acusada torsión hacia la derecha, con el consecuente levantamiento de la pierna y los brazos hacia el lado contrario para guardar el equilibrio, da a la figura, de tamaño casi real, un sentido dinámico y ascensional. El hecho de presentarse como bella adolescente, cuyas finas y serenas facciones quedan enmarcadas por una cabellera oscura, larga y de mechones ondulados, enfatiza la sensualidad del simulacro.

Otros detalles inmaculistas son las manos juntas para simbolizar su entrega a Dios, el manto de nubes donde se ubican sus pies, la luna creciente como atributo de fertilidad y la corona con estrellas. Estos dos últimos elementos son de orfebrería y han sido realizados por Orfebrería Castilleja.