La labor escultórica del artista malagueño en el nuevo trono de la Virgen de la Paloma (Málaga) se centra en dos grandes relieves que desarrollan escenas relevantes de la vida de María: la primera aparición del Espíritu Santo en forma de paloma a la Virgen, conocido como el momento de la Anunciación y Encarnación del Verbo, y la última aparición del Espíritu Santo en la vida terrenal de María: Pentecostés. Cada uno de ellos se halla flanqueado por dos grandes figuras angélicas; al igual que el cuadro de la Virgen de la Soledad de la Paloma (Madrid) situado en el frontal (imagen inferior), obra del pintor malagueño Raúl Berzosa.

Por otro lado, encontramos ocho tondos que relatan escenas relevantes de María como madre de Jesús: Visitación a su prima Isabel, Nacimiento de Jesús, Presentación de Jesús en el templo, Bodas de Caná, Calle de la Amargura, Piedad, Asunción a los cielos y Coronación de la Virgen como reina y señora del universo. Todos ellos llevan aplicada una pátina amarfilada sobre oro.

Para albergar el extenso programa iconográfico, encontramos en el centro de cada paño lateral unas capillas que albergan en su interior santos bíblicos, estrechamente relacionados con la Virgen: Santa Ana (madre de María), sentada sobre un trono y en actitud de enseñanza a su hija; San Joaquín (padre de María), representado como un hombre de edad madura, tocado con un turbante a la turca; en un brazo porta el borrego y en la otra se apoya en un bastón; San José (esposo de María), un hombre justo que se caracterizó por dar un trato de máximo respeto y apoyo a María, y a su vez servir de modelo a Jesús; aparece representado con el Niño en brazos, resaltando cercanía y cariño entre ambos; en su brazo derecho porta una vara florecida de azucenas, símbolo de pureza y castidad; por último, San Juan Evangelista, discípulo amado por Jesús, el único de los apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen y las otras piadosas mujeres, el que recibió el encargo de tomar bajo su cuidado a la madre del Redentor. Se muestra como un joven sin barba y de pelo largo, por haber sido el de menor edad de todos los apóstoles; en su mano derecha porta una copa envenenada.

Siguiendo un esbozado diseño del recordado cofrade malagueño Jesús Castellanos, además de la imaginería de Juan Vega, el trono cuenta con la talla (en madera de cedro real) y el dorado (en oro fino de ley de 23 ¾ quilates, estofado y policromado) de los Hermanos Caballero Farfán (Sevilla), que además readaptaron el boceto original de Castellanos desarrollando los arbotantes. La orfebrería es del taller Montenegro, de Fuengirola.