Se trata de un Crucificado con la advocación de "Santísimo Cristo de la Dulce Muerte" que el escultor cordobés acaba de terminar para el Convento de las Carmelitas Descalzas de Iriépal (Guadalajara), labrado con gran barroquismo en madera de cedro a tamaño natural (186 cm) y policromado a la técnica del óleo.

Como su propio título indica, Jesús se halla representado muerto en la cruz, con la "cabeza reclinada" que San Juan recoge en su evangelio y una moderada expresión de serenidad en su rostro. El dolor parece dejar paso a una paz interior tal vez alcanzada por haber cumplido la voluntad del Padre.

Los brazos aparecen todavía bastante rígidos y horizontales, si bien el desplome del cuerpo inerte es evidente al cesar el esfuerzo por mantenerse en la cruz. Ello se refleja también en la tensión del brazo izquierdo, con la clavícula muy forzada, y en las piernas que comienzan a doblarse, montado el pie derecho sobre el izquierdo al estar fijado en la cruz (tallada también en cedro) por tres clavos.

Tanto la belleza del semblante como la potente anatomía y el perizoma cordífero que dibuja sinuosos pliegues, son característicos del autor. También el tratamiento plástico de la barba y los cabellos, de color castaño oscuro, y el cruento estudio de las señales del martirio, empleando Romero Zafra cristal rojizo para dar mayor verismo a las heridas sangrantes. Una de las punzantes espinas de la corona (tallada separadamente del cráneo como un hato de lacerantes ramas) llega a perforar el muslo izquierdo de Cristo.

La imagen será presentada y bendecida el próximo domingo 28 de septiembre, a las 18:00 horas, en el monasterio que las Carmelitas Descalzas tienen en la pedanía de Iriépal. Ha sido realizada en conmemoración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y sufragada con limosnas de los fieles.