RESTAURACIÓN DE UNA OBRA DE SEBASTIÁN DUCETE

Con información de José Ángel Rivera de las Heras (15/03/2016)


 

 

El Cabildo de la Catedral de Zamora ha presentado esta mañana la restauración de la Virgen de Belén, una pieza del patrimonio artístico diocesano que se encuentra en el Museo Catedralicio de la ciudad y cuya autoría se atribuye a Sebastián Ducete (Toro, Zamora, 1568-1621).

José Ángel Rivera de las Heras, deán de la catedral zamorana y delegado diocesano de Patrimonio, ha explicado que varios expertos han estudiado esta obra perteneciente a la Escuela de maestros de Toro: "Navarro Talegón apuntó a que podría ser de Sebastián Ducete y de Esteban Rueda, pero más adelante Luis Vasallo dice en su libro que es en exclusiva de Ducete". Por tanto, con total certeza se atribuye finalmente a este último maestro.

En cuanto a la época de realización, Rivera de las Heras ha asegurado que pertenece al periodo Protobarroco, en concreto entre los años 1613 y 1615. "Se realizó en el primer decenio del siglo XVII, en la etapa de transición entre el Renacimiento y el Barroco". La Virgen de Belén se caracteriza por el peinado, por el estilo alatonado de los pliegues, etcétera.

El delegado diocesano de Patrimonio ha confirmado que la pieza se expuso en la primera edición de Las Edades del Hombre en Valladolid en el año 1988; y salió de la Diócesis, por segunda y última vez, para viajar hasta Nueva York donde formó parte de la muestra Tiempo de Esperanza en 2002. Tras su restauración, que comenzó en noviembre del 2015, volverá al Museo Catedralicio de Zamora.

 

 

Por su parte, la restauradora de la obra, la zamorana Patricia Ganado, ha explicado que la Virgen de Belén habría sufrido varias alteraciones a lo largo de los años debido a la exacerbada devoción que se le profesaba a la imagen. "Lo primero que observamos es que estaba muy oscurecida por la cantidad de capas de aceite que se habían dado para refrescar la obra. Estas aplicaciones provocaron que los estofados se hayan rozado. La peana estaba recubierta con papel de latón que tapaba los dorados originales y también ha habido que eliminarlo. En cuanto a la carnación, se ha eliminado la añadida y se ha conservado la original".

El sacerdote responsable del Taller Diocesano de Restauración, Bernardo Medina, ha apuntado que lo importante a la hora de intervenir la talla eran "la conservación y la restauración". Por ese motivo, los colores no son miméticos, sino diferenciados para que al acercarse pueda distinguirse el original: "cualquier experto podrá saber que no está falseada". Además, ha explicado que se añadieron tres dedos que faltaban al Niño y dos a la Virgen, respetando la dirección que marcaba la pieza. También ha incidido en la idea de que las abrasiones que sufría la talla son productos del "exceso de culto", especialmente de las mujeres embarazadas o que acababan de dar a luz.

Tal era la devoción hacia la imagen que durante la restauración se han apreciado multitud de agujeros que se atribuyen a la colocación de relicarios o exvotos que llevaban los fieles. Otra curiosidad que también ha indicado es que en la zona del cuello de la Virgen se observaron rozaduras, posiblemente provocadas por los pendientes largos, "como los que usaban las mujeres toresanas", que luciría la Virgen.

 

 

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