EL MUSEO DEL PRADO ADQUIERE UNA OBRA DE ZURBARÁN DECLARADA BIC
21/01/2025
La Virgen de la Merced con dos mercedarios (hacia 1635-1640) fue pintada por Francisco de Zurbarán (1598-1664). El Museo Nacional del Prado de Madrid amplía sus fondos con la adquisición de esta obra del pintor extremeño a través de la casa madrileña Subastas Segre, un óleo sobre lienzo de 166 x 129 cm, de gran belleza y calidad, que hasta el momento pertenecía a una colección particular. Por su interés, esta pintura fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC). La pieza pertenece al Siglo de Oro, al gran momento de la pintura religiosa y de las órdenes conventuales y monásticas. Las paredes de iglesias, claustros y sacristías se cubrieron con series dedicadas a escenas místicas o episodios religiosos importantes, buscando ser didácticas y profundizar en la piedad y fe religiosas. La Virgen de la Merced con dos mercedarios forma parte del amplio conjunto pictórico que Zurbarán realizó para el Convento de San José, de los mercedarios descalzos de Sevilla, entre 1635 y 1640. Zurbarán se perfila como uno de los grandes intérpretes del pensamiento religioso de su tiempo. La espiritualidad y el silencio que emanan de sus cuadros lo convierten en uno de los más conmovedores maestros del siglo XVII. La obra salió de España con motivo de la invasión francesa. Formó parte de la "galería española" del rey francés Luis Felipe, quien tras ser destronado, subasta su colección en Londres, siendo adquirida esta pieza por Colnaghi para Antonio de Orleans, duque de Montpensier, que lo exhibe en el palacio sevillano de San Telmo. Con la caída en desgracia de Montpensier el cuadro regresa a Francia, primero al Castillo de Randan y luego a la colección de Fernando de Orleans, hijo de Antonio, para pasar por último al marquesado de Valdeterrazo. La obra muestra una composición muy original y de gran fuerza, en la que las miradas de los personajes se conectan de manera magistral. Otros muchos detalles del lienzo revelan la autoría de Zurbarán y el interés que el pintor siempre mostró por plasmar los valores táctiles de los objetos que pintaba. Detalles como las delicadas flores, las cabezas de los angelitos que emergen entre las nubes, la magistral plasmación de los valores táctiles en túnica y hábitos, o el estudio de las manos, son un claro ejemplo de su maestría técnica. Zurbarán expresa toda la carga devocional y mística que requiere la escena que se representa en el cuadro: la aparición de la Virgen a dos frailes mercedarios. La Orden de la Merced fue fundada en el siglo XIII por San Pedro Nolasco para gestionar las redenciones de rehenes. La principal labor de esta institución religiosa consistía en la mediación para alcanzar la libertad de esclavos y cautivos bajo dominio musulmán, una función que sería equiparable hoy día, a las gestiones que realizan diferentes organismos internacionales y ONGs para la liberación de personas prisioneras de guerra. Los mercedarios llegaban incluso a dar su vida en estas negociaciones de rescate: cuando no tenían medios económicos suficientes para comprar la liberación, ellos mismos se entregaban a cambio; algo que testimoniará, por experiencia propia como cautivo, Cervantes en El Quijote. Respecto a Zurbarán, sabemos poco de la infancia del pintor. En cuanto a su formación, con 15 años se traslada a Sevilla como aprendiz de Pedro Díaz de Villanueva. Su aprendizaje debió de desarrollarse en torno a este taller en el que el oficio de la pintura no era reconocido como un arte, sino como un trabajo artesanal. Cuatro años después, en 1617, Zurbarán volvía a su tierra tras finalizar su etapa de formación. Se establece en Llerena (Badajoz), donde se casa. No obstante, las oportunidades artísticas extremeñas eran bastante discretas para las aspiraciones que podía tener un pintor como Zurbarán y logra a partir de 1626 que se le abran las puertas de los conventos sevillanos con considerables encargos. A partir de 1640, los grandes encargos disminuyen mientras se desarrolla el mercado americano. A mediados del siglo, Sevilla sufrió una profunda depresión económica. Una gran epidemia de peste golpeó la ciudad andaluza en 1649, reduciendo su población considerablemente. El propio hijo y colaborador del pintor, Juan, muere de este llamado "mal de contagio". Francisco de Zurbarán aumentó entonces la producción de su obrador con series de fundadores de órdenes, de santas vírgenes o de césares para el Nuevo Mundo. En 1658, probablemente movido por las dificultades del mercado sevillano, se trasladó a Madrid. En su última época hallamos varias obras aisladas: lienzos de devoción privada de pequeño tamaño y ejecución refinada. Su salud empeoró pronto (su última obra firmada es de 1662), y falleció en 1664 después de una larga enfermedad. |
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