PIZARRA

Sebastián Márquez Bravo


 

 

De Sevilla nos vamos ahora a Málaga, concretamente a la localidad de Pizarra, situada a 30 kilómetros de la capital, en pleno corazón del Valle del Guadalhorce. El patrimonio artístico de esta localidad sufrió las consecuencias de 1931 y 1936, siendo a partir de 1939 cuando comienza la restitución de todo lo perdido.

La imaginería pizarreña se reparte entre la Parroquia de San Pedro Apóstol, construcción mudéjar del siglo XVII; el Convento de las Hermanas de la Cruz, antigua casa señorial del siglo XVIII, y la Ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta, antigua Iglesia mozárabe del siglo X. Las obras que hemos destacado siguen un orden alfabético.

 

 

 

Cristo Crucificado

Desde el año 1635 se tiene constancia de la existencia de esta imagen anónima, popularmente conocida como el Santo Cristo, en la Ermita de la Patrona de Pizarra. Representa a Cristo muerto en la Cruz, asido al madero por tres clavos. Los dedos se hallan en actitud similar a la de bendición. Su policromía original permanece oculta bajo capas de repintes posteriores que desvirtúan las calidades escultóricas de una talla que, en opinión de Jesús Abades, sigue los modelos sevillanos de la segunda mitad del Quinientos.

Cristo del Perdón

Considerada en el municipio como la obra culmen de su autor, Sebastián Santos Rojas. Las grandes dimensiones de la talla (2,10 m sin cruz) se justifican en haber sido concebida para presidir un altar catedralicio. El Crucificado, labrado en el año 1944, se halla inspirado en el montañesino Cristo de la Clemencia, venerado en la Catedral de Sevilla. La diferencia con la pieza clásica se encuentra en el tratamiento del paño de pureza y en estar sujeto al madero por tres clavos. Esta imagen, cotitular de la Cofradía de Jesús Nazareno, estuvo a punto de presidir el Pabellón de la Santa Sede de la Exposición Universal de Sevilla, celebrada en 1992, pero desavenencias entre el Obispado de Málaga y los organizadores del evento dieron al traste con el proyecto. Su retablo parroquial recrea la fachada de un templo romano, albergando en su frontón una pintura de ángeles pasionistas.

 

 

 

Cristo Yacente de la Paz y la Unidad

Se debe a la gubia del imaginero malagueño Juan Manuel García Palomo, quien lo talló en el año 1999. El joven autor concibió a la imagen en actitud de cubito supino, presentando un original perizoma que cubre su desnudez. Hablamos de la imagen pasionista más moderna de cuantas procesionan en Pizarra, sustituyendo a una antigua obra seriada de los Talleres de Olot (Girona). Recibe culto en la parroquia.

Inmaculado Corazón de María

La hornacina central del retablo del Convento de las Hermanas de la Cruz da cobijo a esta imagen, inmersa en el modelo iconográfico de la Tota Pulchra. Procede de la localidad sevillana de Écija, concretamente de la finca denominada El Muño, propiedad del entonces Marqués de Santaella y Arienzo. Es una efigie de bulto redondo que podemos situar en el siglo XIX. En su peana se acoplan dos ángeles exentos que proceden de una pieza anterior.

 

 

 

Jesús Nazareno

Obra del imaginero Peregrín Pérez, realizada en la década de los 40. Junto con las imágenes de San Pedro y la Inmaculada Concepción, labradas por Martínez Aparicio (1952), es uno de los escasos exponentes de la escuela levantina en la escultura religiosa de la localidad malagueña. Se venera en la iglesia parroquial.

San José

Proviene, junto con su retablo, del oratorio particular que los Condes de Puerto Hermoso poseían en su casa del municipio sevillano de Écija. Obra de mérito y autoría anónima, esta imagen realizada en madera policromada y estofada fue labrada por manos sevillanas en la segunda mitad del siglo XVIII. El tratamiento de las vestiduras y los rasgos de la cara del santo nos hacen suponer que la imagen del Niño que lleva en sus manos es un añadido posterior. Al igual que la anterior, se conserva en el templo principal de la localidad.

 

 

 

Virgen de la Fuensanta

Titular de la ermita de su nombre y Patrona de Pizarra. Los orígenes sobre su devoción se hallan en una piadosa leyenda del siglo XVI. La actual imagen es una Inmaculada Concepción de talla completa y autor anónimo, próxima a la escuela granadina del siglo XVII. La policromía original se encuentra oculta bajo toscos repintes. Desde el siglo XVIII la talla es revestida con ricas telas naturales. Mide 80 cm.

Virgen de las Penas

Imagen de vestir de la Escuela Malagueña del siglo XVIII, atribuida al círculo de seguidores de Fernando Ortiz. Es una Dolorosa de tipo contemplativo que, en origen, sólo presentaba realizado el busto y recibía culto privado en el interior de una urna, algo habitual en esta clase de obras. Su última propietaria la donó en 1952 a las Hermanas de la Cruz de Málaga y estas a las de Pizarra en 1955, fecha en la que se le añadió la devanadera. En el año 1995 fue restaurada por Estrella Arcos, quien le devuelve la policromía original, oculta bajo numerosos repintes posteriores a su ejecución. Esta Virgen, de rostro marfileño y lágrimas de cristal, se halla en relación con las Dolorosas de la Concepción, Los Servitas, la que se conserva en la Parroquia de Cerrado de Calderón y la que procesiona a los pies del Crucificado del Amor, todas ellas de Málaga. Recibe culto en el convento.

 

 

 

Virgen de los Dolores y Misericordias

Obra anónima malagueña del siglo XIX a la que diversos retoques han desfigurado considerablemente su fisonomía primitiva. Ha sido intervenida por manos anónimas en el año 1942, en 1967 por un artista ecijano y en 1993 por el escultor e imaginero malagueño Juan Manuel García Palomo, a quien mayormente se debe su impronta actual. La imagen procede del Oratorio Privado de Carmen de Soto y Domecq, hija del Conde de Puerto Hermoso, quien la dona a la hermandad en 1941. Pertenece a la parroquia.

Virgen del Rosario

Llegó a Pizarra en los años 40, sustituyendo a una imagen anterior que desapareció en los disturbios de la Guerra Civil. De su cofradía, hoy en día extinguida, se conservan documentos que acreditan su existencia desde el año 1531. La candorosa talla, obra del escultor e imaginero onubense Sebastián Santos Rojas, lleva la firma de su autor en la nube que la sustenta. Su composición sigue los modelos propios del barroco sevillano, mostrando totalmente estofadas en oro sus vestiduras. Las potencias de plata del Niño Jesús proceden de la efigie destruida. Su espléndido retablo es uno de los mas llamativos de la parroquia.

 

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