SANLÚCAR DE BARRAMEDA

Alejandro Cerezo, José Manuel Moreno Arana, Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

Imposible condensar en tan breve espacio el impresionante acervo escultórico de Sanlúcar de Barrameda, localidad de estratégica situación en el occidente del país que conoció un periodo de gran esplendor como señorío de Alonso Pérez de Guzmán y llegó a ser en el siglo XIX capital de provincia gracias a los favores del valido Godoy.

Junto con el Castillo de Santiago, el Palacio de Medina Sidonia y el Palacio de los Infantes de Orleans, antigua residencia de los Duques de Montpensier, los monumentos más importantes son las numerosas iglesias, poseedoras todas ellas de un patrimonio arquitectónico, pictórico y escultórico tan amplio como complejo, formando lo que es, sin lugar a dudas, uno de los conjuntos histórico-artísticos más importantes de toda Andalucía.  

Con el repaso a la escultura sacra de esta ciudad, famosa también por su tradición bodeguera, este especial comienza su andadura por la provincia de Cádiz. Como hemos apuntado anteriormente, el repaso, en el que resaltamos piezas de toda índole, quedará parco e insuficiente ante la ingente riqueza artística que se conserva.

 

   

 

El templo principal de la localidad es la Parroquia Mayor de Nuestra Señora de la O, situada junto al Palacio Ducal de Medina Sidonia, en la Plaza de los Condes de Niebla. Es también la iglesia más antigua de Sanlúcar de Barrameda, de estilo gótico-mudéjar del siglo XIV con posteriores reformas barrocas. A la izquierda, podemos ver un detalle del Altar Mayor, con las interesantes pinturas murales y el retablo de estilo rococó, obra de 1767 vinculada a la producción del portugués Cayetano de Acosta. Las esculturas que alberga son de Pedro de Borja (siglo XVIII), a excepción de la titular de la iglesia, obra anónima del XVII retocada en la centuria posterior.

En el centro, vista del Retablo de la Capilla Sacramental, labrado por Pedro de Borja. Al igual que el anterior, es de estilo rococó y se halla en un recinto cuyos muros están profusamente decorados con escenas religiosas, querubines y caprichosos arabescos pictóricos. La Inmaculada Concepción que lo preside es pieza anónima del siglo XVIII, fecha en que fue realizada también la artística reja dorada que cierra la capilla.

A la derecha, una de las joyas escultóricas del templo: el Cristo de la Vera Cruz, labrado hacia el año 1617. Ha estado desde siempre vinculado al quehacer de Francisco de Ocampo, de ahí que el titular de la Cofradía del Cerro del Águila (Sevilla), con el que guarda extraordinario parecido, fuese relacionado también con el escultor e imaginero jiennense. Sin embargo, recientes estudios del historiador José Roda Peña sobre el Crucificado sevillano desmontan dicha atribución y lo consideran una pieza anónima del primer tercio del XVII, la cual debe mantenerse, por el momento, en un prudente anonimato, de ahí que deba replantearse también la paternidad de la talla sanluqueña. En el año 2005 fue restaurado en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH).

 

   

 

A la izquierda, pequeña talla de San Juanito o San Juan Bautista Niño que se conserva en la Capilla del Cristo de la Vera Cruz, cuyo retablo muestra valiosas pinturas de Juan de Roelas (1624). Es talla del siglo XVIII, de gran encanto en su ejecución, y se halla acompañada por un Niño Jesús, de la misma época y estilo, y por la Virgen de la Soledad, que se fecha en el XVII y es la titular mariana de la cofradía penitencial del Crucificado.

En el centro y a la derecha, Cristo de Marfil y Virgen de la Dormición del Convento de Santa Teresa (Madres Carmelitas Descalzas), templo del siglo XVII con un espléndido retablo mayor de estilo barroco, labrado por el flamenco Peter Relingh (1701-1708). El Crucificado, realizado en 1759, es obra hispano-filipina y presenta tanto el material como los rasgos orientalizantes propios de dichos talleres. Respecto a la Virgen de la Dormición, también conocida como Virgen del Tránsito o Virgen de la Cama, es obra del mismo año labrada por manos anónimas. Una idealizada María, con rasgos juveniles y manos cruzadas sobre el pecho, aparece tumbada sobre un espléndido lecho, ricamente decorado, y rodeada de una corte de arcángeles dispuestos a llevar su alma junto a Jesús.

 

   

 

Tres muestras de la interesante imaginería que guarda la Basílica de Nuestra Señora de la Caridad, edificio manierista del arquitecto Alonso de Vandelvira (1610-1612), quien también diseñó el magnífico retablo mayor, cuya ejecución corrió a cargo de los entalladores Hernando de Moya y Martín Christián, el escultor Alonso Álvarez de Albarrán y el pintor Francisco Juanete. La Virgen de la Caridad (fotografía de la izquierda), Patrona de Sanlúcar de Barrameda, es obra realizada en torno a 1600 que se atribuye a Gaspar del Águila.

En el centro, imagen de Jesús Nazareno, obra anónima del siglo XVII, relacionable con los maestros del primer realismo sevillano, que fue muy alterada en 1782 por el genovés Juan Gandulfo, quien le hizo nuevas manos y le arregló brazos, espalda, cabellos, un pie y la peana. Ese mismo año, la talla fue repolicromada por Bernardo Vidal.

A la derecha, Jesús de la Humildad y Paciencia, labrado hacia el año 1605 por Francisco de la Gándara, con policromía de Melchor Ramos. Pese a recrear un pasaje previo a la Crucifixión en el Monte Calvario, la imagen ha sido adaptada para escenificar el Escarnio, de ahí la caña y la túnica con que se encuentra parcialmente revestida.

 

   

 

En la Iglesia de la Trinidad reciben culto el Cristo de las Misericordias y la Virgen de los Dolores (fotografías de la izquierda y del centro), tallas del siglo XVII que procesionan en Semana Santa. El Varón, procedente del Convento de San Juan de Dios, es un Cristo Atado a la Columna fechable en el siglo XVII, aunque algunos autores lo datan en la centuria anterior. Hay quienes también le adjudican una probable procedencia italiana. Respecto a la Dolorosa, labrada hacia el año 1687, se trata de una obra de terracota con candelero de madera, erróneamente atribuida a Luisa Roldán (quien además llevaba veintiséis años fallecida desde la fundación de la corporación servita de la que es titular), a la que Luis Álvarez Duarte hizo nuevo armazón y manos de madera en 1981.

El Cristo de la Expiración (foto de la derecha), es una dramática pieza del primer cuarto del siglo XVII que preside la Iglesia de San Nicolás, edificada, al igual que su notable retablo mayor, en el Setecientos. Llamado antiguamente Cristo de las Aguas, ha sido atribuido, no sabemos con qué criterios, a Juan de Mesa y a su círculo.

 

   

 

A la izquierda, detalle del Retablo Mayor de la Iglesia de San Jorge, sede canónica desde el año 1985 de la Hermandad Filial de Nuestra Señora del Rocío de Almonte (Huelva). Es una obra de mérito de Peter Relingh, con decoración escultórica coetánea a excepción de la efigie mariana que ostenta actualmente su presidencia, labrada al parecer en el siglo XVI con múltiples reformas y adaptaciones posteriores.

En el centro, imagen de San Francisco de Asís que se venera en el Convento de Regina Coeli. La relación con la labor escultórica de Luisa Roldán es evidente, si bien su modelado no participa demasiado del virtuosismo habitual que muestran las creaciones documentadas de la célebre escultora sevillana, pudiendo suponerse una ejecución compartida junto a otras manos de menor destreza.

A la derecha, una obra que pertenece a la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, maravilloso templo del siglo XVII con fastuoso retablo mayor, de estilo barroco, realizado hacia el año 1762. Se trata del grupo escultórico de la Virgen de las Angustias, formado por la hechura de Cristo, labrada en el año 1807 por manos anónimas (aunque algunos autores lo consideran del escultor e imaginero genovés Juan Bautista Patroni), y la Señora, atribuida por varios expertos al artista sevillano Diego Roldán y Serrallonga (hacia 1753), que fue adaptada en el mismo año de ejecución del Yacente a su actual iconografía, para lo cual se le tallaron nuevas manos.

 

   

 

A la izquierda, otro conjunto de la Parroquia del Carmen: el de la Educación de María o Santa Ana y la Virgen Niña, atribuido, al igual que un San Juan de la Cruz que también se venera en el templo carmelita, al célebre escultor e imaginero utrerano Francisco Antonio Ruiz Gijón. La imagen de San Joaquín que acompaña a las dos anteriores en su altar no forma parte del simulacro original.

Retablo Mayor y Virgen del Rosario de vestir (imágenes del centro y de la derecha, respectivamente) que forman parte del rico patrimonio escultórico de la Parroquia de Santo Domingo. El retablo rococó, obra de Pedro de Asencio (1761), sustituye a uno anterior del que conserva la efigie del santo titular de la iglesia, labrada por el escultor e imaginero Miguel Adán, y se halla flanqueado en el presbiterio por los retablos-sepulcros de los Condes de Niebla, realizados en madera y yeso por los artistas Francisco de la Gándara y Martín Christián (1606) para reemplazar a unos anteriores de alabastro. La Madonna, popularmente conocida como La Galeona, es una bellísima obra de talla completa del siglo XVII.

 

   

 

También del templo dominico es este candelero de Santo Domingo de Guzmán (fotografía de la izquierda), atribuido al escultor e imaginero Francisco Camacho de Mendoza (siglo XVIII). Guarda un extraordinario parecido con el Cristo del Prendimiento, imagen procesional muy venerada en Jerez de la Frontera.

En el centro, la bella imagen mariana de Santa María Reina de Todos los Santos, realizada por el escultor e imaginero onubense José Ángel Ponce Vázquez en madera de cedro para vestir, con nacaradas carnaciones aplicadas al óleo. Fue presentada en La Hornacina el 5 de Noviembre de 2009. Mide 150 cm de altura, siendo la primera obra realizada por el joven artista a tamaño natural. El autor confiesa su inspiración en la escuela gaditano-genovesa de los siglos XVIII y XIX, si bien algunos detalles del simulacro rememoran los modelos montañesinos del primer tercio del XVII. En cualquier caso, ha sido opinión unánime del público su perfecta integración en el añejo conjunto del templo de la Trinidad.

A la derecha, una de las pocas tallas que, a día de hoy, se hallan documentadas del escultor e imaginero flamenco Peter Relingh. Hablamos del Cristo de la Humildad y Paciencia de la Parroquia de la O, realizado en el año 1717. Es una obra de notable calidad en la que parece evidente la inspiración en el modelo del Cristo de las Penas, titular de la Cofradía de la Estrella de Triana (Sevilla), labrado por el también flamenco José de Arce.

 

   

 

Numerosas obras de arte atesora en su interior la Iglesia de San Francisco de la localidad gaditana. Una de las principales es su monumental Retablo Mayor (fotografía de la izquierda), realizado en madera sin dorar ni policromar. Todas las esculturas que alberga son contemporáneas a la fábrica, a excepción de la efigie del santo titular que se encuentra en el ático, catalogada como pieza anónima del siglo XVII.

En el centro y a la derecha, titulares de la Cofradía del Silencio: Jesús del Silencio y la Virgen del Amor. También pertenece a la misma el Crucificado de la Redención, talla manierista relacionada por algunos autores con Pablo de Rojas. El Nazareno es obra de autor desconocido, de finales del siglo XVII o principios del XVIII. La Dolorosa, de excepcional calidad artística, fue tallada en torno al año 1752 y pertenece a la producción de Diego Roldán (al igual que el San Juan que posee la corporación del Nazareno), percibiéndose en su semblante, elevado hacia el cielo en gesto de súplica, grandes similitudes con la Dolorosa jerezana de la Yedra, obra también de Roldán.

 

   

 

A la izquierda, Retablo de la Cofradía del Santo Entierro y detalle del Cristo Yacente que alberga la urna situada en su parte inferior. Todo ello también en la Iglesia de San Francisco. El retablo es dieciochesco y aparece enmarcado por un impresionante dosel confeccionado con lienzo estucado y policromado a base de motivos florales. La Dolorosa, titulada de la Soledad, es obra de vestir (hacia 1700) erróneamente atribuida a La Roldana. Respecto al Yacente, su hechura se remonta al Quinientos y se relaciona con Lorenzo Mercadante de Bretaña. La talla posee brazos articulados, gracias a los cuales se realizaba antaño la ceremonia del Descendimiento de Jesús.

Por último, destacar una pieza moderna que se conserva en la Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados. Se trata de la Virgen de la Estrella, labrada, al igual que el titular cristífero (1948), por el imaginero sevillano Antonio Eslava Rubio en el año 1949 para la Cofradía del Cautivo. El autor realiza en esta obra de vestir su particular interpretación de la popular Virgen de la Esperanza de Triana, venerada en famoso barrio de la capital hispalense.

 

FUENTES: GÓMEZ DÍAZ, Ana María: Guía Histórico-Artística
de Sanlúcar de Barrameda
, Sanlúcar de Barrameda, 2003.

 

Fotografías de Alejandro Cerezo, Óscar Torres, Pala,
José Manuel Lira Vidal, Elena González Pérez y Rubén Otero Morales

 

Volver         Principal

www.lahornacina.com