CENTENARIO DE RAFAEL BARBERO
CRISTO DE LA BUENA MUERTE (MORÓN DE LA FRONTERA)
Con información de Silvia María Pérez González
Rafael Barbero Medina fue un escultor de Granada, afincado en la capital hispalense, cuya trayectoria artística todavía se halla insuficientemente reconocida pese a llevar a cabo espléndidas obras en madera y marfil, la mayoría de carácter sacro y siguiendo los esquemas del arte barroco. |
Nacido en 1913, el escultor granadino Rafael Barbero Medina llegó a Sevilla en 1942 e ingresó dos años más tarde como maestro escultor en las Escuelas Salesianas de la Trinidad. Pasó por el taller de Antonio Castillo Lastrucci, donde colaboró en la talla de varias obras de imaginería. En 1947 monta obrador propio, alcanzando gran fama tanto en la labra del marfil -al realizar bellas piezas de eboraria-, como en la realización de ángeles con acusados escorzos de movimiento. Su hermano Benito Barbero Medina fue también escultor, al igual que su sobrino José Barbero Gor, quien continuó la tradición familiar como escultor y restaurador. Una de las grandes obras de Barbero es el Cristo titular de la Hermandad de la Buena Muerte del municipio sevillano de Morón de la Frontera. Es quizás el primer Crucificado del artista y data de 1945. Para su ejecución, encargada mediante contrato firmado por Luis Hernández y José Albarreal el 8 de diciembre del año anterior, el artista presentó un modelo en barro que recibió el visto bueno de la junta diocesana de arte. La imagen llegó al Colegio Salesiano de la localidad -origen de la cofradía, fundada por antiguos alumnos en 1944 y con sede en la Iglesia de María Auxiliadora- el 3 de noviembre de 1945 y fue bendecida el 2 de diciembre. Se trata de una talla procesional de madera policromada, de tamaño natural. Ha sido restaurado por Francisco José Coronado Cabrera en 2011, año en que el Crucificado hizo estación de penitencia por primera vez en posición vertical tras hacerlo durante los años anteriores de forma horizontal sobre unas andas. Tal y como se le encargó a Barbero, constituye una síntesis entre el Cristo del Amor y el Cristo de la Buena Muerte, ambas obras esculpidas en Sevilla por el maestro cordobés Juan de Mesa y Velasco; si bien Barbero, que cobró 6.500 pesetas por este trabajo, se inspiró fundamentalmente en el titular de la cofradía hispalense de los Estudiantes. El momento elegido a representar es el preciso instante en que Cristo muere, por lo que el arqueamiento de las piernas es menor y los brazos no dan todavía sensación de desplome. La Dolorosa de dicha cofradía es obra también de Rafael Barbero y data de 1948. Fue un encargo personal del donante José Porrúa. Procesionó por primera vez en 1959, año en que se encarga al escultor Manuel Pineda Calderón la modificación parcial de sus características. Antes de ser retocada, era una imagen con el rostro mirando hacia arriba y los brazos colocados en actitud de súplica, siguiendo el estilo propio de las Dolorosas del maestro murciano Francisco Salzillo. Con la remodelación del alcalareño Pineda Calderón se reformó el cuello para que el rostro adoptase una posición más baja, se le añadieron pestañas y lágrimas, y desapareció la cabellera tallada. También la postura de las manos fue cambiada, pegándose las mismas al cuerpo. Todos estos cambios tenían como objetivo acercar a la Virgen al modelo de las Dolorosas sevillanas. |
Fotografías de Antonio Gamero
FUENTES PÉREZ GONZÁLEZ, Silvia María. "Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de la Amargura", en Crucificados de Sevilla, Tartessos, Sevilla, 2002, p. 120. A.S.E. "Hace 21 años", en Amargura, nº 2, Agosto de 2011, boletín digital de la Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, María Santísima de la Amargura y San Juan Bosco, Morón de la Frontera, Sevilla, p. 1. |
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