Esta obra, realizada entre los años 1575 y 1579, es una de las más famosas de Federico Barocci, además de una de las que muestra una composición más estudiada dentro de su trayectoria, como lo evidencia el gran número de bocetos y dibujos preparatorios conservados. Se conserva en la Galleria degli Uffizi de Florencia.

La escena se desarrolla en dos niveles: en la parte superior vemos a Jesús y María sentados sobre un rompimiento de gloria, rodeados de ángeles y querubines que les lanzan flores y contemplan embelesados su divinidad; en el estadio inferior, el pueblo que da nombre al cuadro (principal protagonista del mismo, por encima de los personajes ultraterrenales) y que ofrece al espectador una amplia e interesante variedad de poses y expresiones, alguna de ellas señalando la celestial aparición.

Esta última zona es sin duda la de mayor interés. Barocci no solo hace en ella alardes reflexivos, como las alegres expresiones infantiles o el rictus del perro lazarillo de la esquina inferior derecha, que, al igual que una de las figuras angélicas, mira atentamente al espectador (detalle que el artista repetirá en la Última Cena de la Catedral de Urbino); sino también anatómicos, caso del descamisado que vemos tendido en primer plano.

Toda la pieza esta imbuida de delicadeza y ternura, a lo que contribuye la numerosa presencia infantil. Mención especial merece la figura materna del lado inferior izquierdo, que invita a sus dos hijos a rezar ante la presencia de Cristo y la Virgen, o el músico ciego, dueño del mencionado perro, sobre el cual figura un pequeño en brazos de su madre que, ajeno a todo, figura con la mirada perdida y los dedos metidos en la boca.

Los hombres del lado derecho probablemente representan a miembros de la cofradía que encomendó a Barocci este óleo sobre lienzo, cuyas medidas son 359 x 272 cm. Se trata de la Pía Cofradía de Laicos de Santa María de la Misericordia, quienes al principio encargaron el cuadro a Giorgio Vasari. Al no cumplir el pintor de Arizzo el cometido, en el año 1574 trasladaron a Barocci el encargo para la capilla que poseían en el interior del templo de Santa María de dicha ciudad italiana. Por aquel entonces Barocci era un pintor de fama limitada y es muy posible que la cofradía se decidiera por él a raíz del gran éxito que cosechó el Descendimiento, concluido cinco años antes y analizado en la cuarta entrega de este especial.

La Madonna del Popolo consolidó una fama que llegó a ser internacional. Fue entregada en junio del año 1579, después de sufrir varios retrasos en su ejecución (ya hemos dicho que la meticulosidad de Barocci ralentizaba su ritmo de trabajo), según se desprende de varias misivas entre el pintor y la cofradía.

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