FEDERICO BAROCCI. IV CENTENARIO (IX)
CRUCIFIXIÓN

Federico Giannini


 

 

La Crucifixión (1596) conservada en la catedral genovesa de San Lorenzo es una de las obras mayores y más influyentes de Barocci, quien cultivó este tema pasionista en otras tres ocasiones: una anterior, conservada en la Galería de las Marcas (1566-1567), y dos posteriores; la del Oratorio della Morte de Urbino (1599-1603) y la que actualmente guarda el Museo del Prado de Madrid (imagen inferior, 1604).

La obra, cuyas medidas son 500 x 318 cm, fue encargada por Matteo Senarega, primer senador importante y después dux de la República de Génova. Este dato fue recogido documentalmente por Bellori, quien se hace eco de la gran fama adquirida inmediatamente por la pieza dada su enorme belleza. Aunque el acuerdo entre cliente y artista se inicio en 1587, la colosal pintura fue concluida nueve años más tarde. En la carta enviada al pintor una vez recibida la obra, publicada por Bellori en su Vita di Federico Barocci, Senarega se deshace en elogios hacia un cuadro que conmueve dulcemente a todo el que lo contempla.

Optando por una solución muy singular e interesante, Barocci no coloca la figura del Crucificado frontalmente al espectador, sino vista de tres cuartos hacia el lado izquierdo. Está rodeado por ángeles que lloran su muerte. A sus pies aparecen la Virgen, San Juan Evangelista y San Sebastián, cuya presencia se explica por ser el titular de la capilla en la que se halla colocada la pintura, realizada al óleo sobre lienzo.

María parece estar a punto de desmayarse en los brazos de San Juan, si bien el desvanecimiento se ve superado por el dolor ante la muerte del Hijo, tal y como aprecia Senarega en la misiva antes citada. La ambientación se caracteriza por el empleo de tonos oscuros. Al fondo aparece el Palacio Ducal de Urbino, un guiño de Barocci a su querida localidad, pues la obra, como hemos apuntado, tuvo como destino la Catedral de Génova.

Esta Crucifixión de Barocci alcanzó un formidable éxito, pero especialmente hay que destacar la fundamental importancia que tuvo en la evolución de la pintura genovesa. Fue modelo para muchos artistas locales y también para artistas foráneos que trabajaban habitualmente en Génova, caso de la Crucifixión de Antoon Van Dyck conservada en Lille. Así mismo, ayudó a difundir en Liguria el arte del pintor de Urbino.

 

 

Fotografía superior de www.arteantica.eu

 

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