En Madrid, en la Iglesia de San José, encontramos cinco tallas religiosas de Bellver: la Virgen del Rosario y los cuatro ángeles pasionarios del altar del Cristo del Desamparo, el magistral crucificado tallado por Alonso de Mena.

La imagen mariana del Rosario (imagen superior), de esbelta composición, mide 170 cm de altura dentro de un conjunto que alcanza los 200 x 83 x 54 cm. La Virgen se yergue sobre un casco y un estandarte, y a su izquierda, y sentado sobre la esfera que representa al universo, está Jesús. La figura del niño muestra un rostro muy barroco, con mucho movimiento en los mechones de su cabello. Ambos sujetan sendos rosarios, de los cuales recibe el nombre esta obra.

Para Álvarez Kahle y Guerrero Serrano el estilo de esta figura, muy lejos ya del academicismo de las obras de juventud del escultor, la sitúa más cerca de las obras realizadas en torno a 1899. Melendreras Gimeno la fecha en 1866. Por su parte, Hernández Clemente considera que es una obra realizada hacia 1885, basándose, entre otros datos, en la donación de la talla en 1887 y sobre todo en su calidad, más propia de la etapa de madurez del artista.

En Santander, en la Iglesia de Santa Lucía, encontramos la Virgen de las Victorias (detalle en la imagen inferior), una obra parecida a la madrileña, si bien en este caso el escultor ha aplicado una técnica más depurada y, sin restar fuerza alguna en la expresión y resultado final, ha dulcificado los rasgos de la figura principal, dotando al conjunto de mayor elegancia y belleza formal.

Para Hernández Clemente la imagen santanderina pudo ser realizada por Bellver hacia 1894, cuando realizó para el mismo templo la Virgen de los Dolores, obra desaparecida en la Guerra Civil.

Según González Echegaray, la Virgen de las Victorias pudo salvarse de la destrucción que sufrieron la mayoría de las imágenes porque no estaba expuesta en el templo, sino guardada en una gran caja difícil de mover y situada en la parte más alta de la sacristía. Pasados quince años, la imagen fue colocada en la capilla de Santa María, aunque tuvieron que prescindir de las banderas y atributos que aludían a la Batalla de Lepanto, porque no cabían.