MARIANO BENLLIURE. 150 ANIVERSARIO
LA EDUCACIÓN DE LA VIRGEN - VILLARRASA (HUELVA)
Sergio Cabaco y Jesús Abades
Estas entrañables piezas, representativas de la devoción popular, se hallan flanqueando el altar mayor de la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios, templo donde recibe culto la patrona de Villarrasa (Huelva). En la cabecera del Evangelio vemos a Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. Madre e Hija forman un único bloque escultórico sobre rocoso suelo. San Joaquín, con la mirada perdida en el cielo, preside la Epístola. Las figuras, sobre peanas que imitan el mármol, son de talla completa y pequeño formato, como suele ser normal en este tipo de grupos. Los padres de la Virgen miden 84 cm de altura. María alcanza los 54 cm. Su destino original fue el Colegio de los Salesianos de Cádiz, cuyos fundadores realizaron el encargo a Mariano Benlliure en el año 1903. De la capital gaditana pasó a la Ermita de los Remedios por mediación del sacerdote salesiano Rafael Infante de Cos, muy probablemente con el fin de reponer la imaginería sacra de la localidad onubense, bastante mermada tras los saqueos de la Guerra Civil (1). Hablamos de una iconografía muy cultivada por los artistas levantinos, quienes siempre han procurado darle gran candor y unción sagrada. Destacan el concienzudo estudio de los paños y el agradable modelado de los rostros, idealizados sin renunciar al realismo, sobre todo en la madurez expresiva de la santa. La Virgen Niña, símbolo de pureza y obediencia, muestra un semblante infantil bellísimo e ingenuo. Sujeta el lienzo a modo de banda que le señala la Madre, contemplándolo agradecida. En dicho lienzo figura la leyenda Amarás a Dios sobre todas las cosas escrita en mayúsculas castellanas. Descalza, viste túnica en tonos amarronados con el original detalle de un corpiño dorado sobre el pecho. Santa Ana Maestra, la mejor figura del conjunto, lleva sandalias y se toca con paño hebreo de tonos marfileños, señal del afán del escultor por reproducir fielmente los rasgos y usos de la raza semítica. Al igual que San Joaquín muestra un rostro de facciones avejentadas y viste ropas en tonos verdosos y marrones. El santo, calzado con botas y tocado con pequeño turbante a la usanza hebrea, similar a la toca de Santa Ana, tiene los cabellos y la larga barba blanca pintados en tonos grises. La mano derecha se apoya sobre un bastón, mientras la izquierda sujeta un nido con dos pajaritos que parece ofrecer a María, prueba evidente de que aunque actualmente se hallen separadas estas figuras fueron concebidas formando un conjunto. Las tres imágenes están de pie y carecen de preseas. Poseen motivos ornamentales en el borde de las prendas. Manos y pies han sido resueltos también con gran maestría, dando la sensación de la blandura de la carne. |
BIBLIOGRAFÍA (1) GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA. Escultura Mariana Onubense, Huelva, Diputación Provincial e Instituto Padre Marchena, 1981, p. 117. |
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