BLACK LIVES MATTER - PINTURA Y ESCULTURA SACRA
SAN BENITO DE PALERMO
16/07/2020
Un año para cambiar el mundo. 2020 ha supuesto para la humanidad un antes y un después, no solo por la pandemia del COVID-19, sino también por ser el año en que la muerte del afroamericano George Floyd, víctima de la violencia policial de Estados Unidos, ha movilizado a ciudadanos de todo el planeta para recordar que la población negra debe tener los mismos derechos y dignidad que cualquiera de las otras poblaciones. El movimiento Black Lives Matter (las vidas negras importan), activo desde hace siete años, se encuentra más organizado que nunca, y ya no solo implica a los ciudadanos negros a la hora de luchar contra el racismo. Incluso el arte, a través de prestigiosas instituciones como la Galería de los Uffizi con su exposición On being present, dedicada a la "presencia negra" en sus colecciones, está yendo al encuentro del espectador para abrir ojos y mentes. |
Benedetto Manasseri (1524-1589), conocido en España como San Benito de Palermo y en Italia como San Benedetto da San Fratello por su pueblo natal, ubicado en la provincia de Messina (Italia), fue el primer santo cristiano de origen africano que fue canonizado en los tiempos modernos. Nació en Sicilia (entonces parte de España), de padres que fueron esclavos liberados y de los que se decía que provenían de Etiopía. San Benito, que vivió en Palermo durante la segunda mitad de su vida, fue admirado como un modelo de extraordinaria devoción religiosa, sabio consejo y liderazgo espiritual. Después de su muerte, se produjo un movimiento de base para convertirlo en un santo; de hecho, a principios del siglo XVII consta que era ampliamente venerado en los territorios de Italia, España y América Latina. Su canonización, sin embargo, no llegaría hasta 1807 de la mano del pontífice Pío VII. Esta escultura del Instituto de Artes de Minneapolis, atribuida a escultor José Montes de Oca, captura magistralmente la carismática personalidad de San Benito. Fue tallada en Sevilla en la década de 1730 a un tamaño algo inferior del natural (124,4 x 87.9 x 41.9 cm). Los ojos de vidrio y los dientes de hueso insuflan realismo vital a la figura del santo. No obstante, son detalles como la acusada expresividad facial, el gesto de bienvenida con sus brazos extendidos, el movimiento de la capucha y su postura en contraposto, donde Montes de Oca captura al milímetro su inspiración divina. La figura viste una gran sotana suelta, sin ceñir, con mangas largas y abiertas que caen pesadamente en línea recta formando acanalados pliegues. Policromada en tonos marfileños, la sotana fue luego cubierta con motivos florales dorados e incisiones a modo de estrechas franjas que simulan las hebras del áspero tejido. La atribución a Montes de Oca se fundamenta en los rasgos eclécticos y algo anticuados que posee la figura para su época, fusionando elementos propios de los maestros Montañés y Mesa (por ejemplo, el modelado de las carnes) con otros propios de épocas posteriores influenciados por Arce y Roldán (sotana). Como bien apreció el experto Antonio Torrejón Díaz, Montes de Oca utilizó estos modelos sevillanos anteriores como puntos de partida, transformándolos y combinándolos con criterios del siglo XVIII. El resultado eran obras excepcionales, lejos de las meras copias, dotadas de originalidad, refinamiento, virtuosismo técnico y pureza de líneas. Otra prestigiosa institución estadounidense, el Instituto de Artes de Detroit, adquirió recientemente otro espléndido simulacro del santo (imagen inferior) atribuido a otro imaginero español, Juan Pascual de Mena. En este caso es de tamaño natural (175 x 100 x 50 cm) y fue tallado hacia 1770-1780. |
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