VISIÓN ARTÍSTICA DE SAN FRANCISCO DE BORJA
ALONSO CANO

19/01/2022


 

 

El santo duque gozó en la Edad Moderna de cierta devoción fomentada por los jesuitas con motivo, sobre todo, de su beatificación y canonización. Ambos acontecimientos fueron muy celebrados, especialmente en las ciudades donde había colegio de la Compañía y con ocasión de estas fiestas los mejores artistas andaluces pintaron o tallaron imágenes del santo. Se conservan bastantes de ellas salidas de las manos de Alonso Cano, Martínez Montañés, Valdés Leal, Duque Cornejo, etcétera.

Pedro de Mena también talló para el colegio de Málaga varias imágenes de medio cuerpo, entre ellas, una de San Francisco de Borja, que, después de la expulsión de los jesuitas fueron trasladadas a la parroquia de Santiago138 y allí desaparecieron, pasto del saqueo y las llamas el 11 de mayo de 1931.

Otro motivo para la devoción a San Francisco de Borja fue su fama como protector contra los terremotos, especialmente con ocasión del seísmo llamado de Lisboa, entre las 10 y las 11 de la mañana del 1 de noviembre de 1755. En Málaga se acudió a su intercesión y se le hizo una novena fomentando la devoción a este santo como protector contra los terremotos, acordando el Cabildo de la ciudad el 19 de diciembre de 1755 nombrarlo copatrono y protector de Málaga contra los terremotos. La Imprenta de la dignidad episcopal publicó la obra titulada "Especial abogacía y patrocinio del Señor San Francisco de Borja para librar a sus devotos de los peligros de los terremotos", en la que se explicaban las razones de ese patrocinio, remontándose a la estancia del santo en Baza (Granada) en 1522 con su bisabuela María de Luna, ya que salió indemne de los varios movimientos sísmicos que sacudieron la zona. Posteriormente, un retrato suyo comenzó a sudar el 6 de mayo de 1627, como presagio de movimientos telúricos. La leyenda fue en aumento, y la ciudad de Nápoles lo nombró patrono contra los terremotos en 1695, después de sufrir una fuerte sacudida en septiembre de 1694.

El gran cuadro (189 x 123 cm) pintado en 1624 por Alonso Cano (1601-1667) que se conserva actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, es una de las mejores obras del siglo XVII en la iconografía de Francisco de Borja. El santo aparece de cuerpo entero, con sotana y manteo, mostrando en su mano izquierda la calavera con la corona ducal, mientras que la derecha la tiene abierta en un gesto de pasmo. Este cuadro está firmado y fechado: "A. Cano. Fac. 1624", y procede de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús en Sevilla.

Es una obra que impresiona por su restringido colorido, en que resalta el rostro iluminado del santo y las manos que dialogan calladamente. Una pintura maestra de Cano, que encontró en Borja un tema adecuado para su arte. La influencia de esta obra en toda la iconografía posterior de San Francisco de Borja es innegable.

Se trata de la primera creación conocida de Alonso Cano, y atestigua la influencia recibida de su maestro Francisco Pacheco en el uso de un modelado preciso y una iluminación contrastada que acentúa el dramatismo expresivo. El santo jesuita, de cuerpo entero y tamaño natural, emerge como recortado de un fondo oscuro gracias a un estudiado juego de luces y sombras que le aproximan a valores escultóricos. A sus pies se sitúan tres capelos cardenalicios, relativos al título al que renunció por tres veces y que constituyen la única nota de color. Además, en la zona superior izquierda, aparece el monograma IHS de la Compañía de Jesús.

 

FUENTES

SOTO ARTUÑEDO, Wenceslao. "Francisco de Borja y Andalucía", en Proyección. Teología y mundo actual, nº 238, Ediciones de la Facultad de Teología de Granada, 2010, pp. 23-24.

GARCÍA GUTIÉRREZ, Fernando. "Iconografía de San Francisco de Borja en España", en Temas de estética y arte, nº 24, Sevilla, Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, 2010, p. 389.

Con información del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

 

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