CENTENARIO DE BOURGEOIS (V)
EL ARCO DE LA HISTERIA


 

 

La elección de Louise Bourgeois como artista protagonista del pabellón americano para la Bienal de Venecia de 1992 fue decisiva para el reconocimiento generalizado de su contemporaneidad. Las piezas que se seleccionaron, en su mayoría producidas a finales de los 80 y principios de los 90, se presentaron juntas por primera vez, y mostraron la gran variedad de medios técnicos y temáticos que era capaz de utilizar.

Además de esculturas más o menos clásicas, como sus famosas Mamelles (1991) o Needle (1992), Bourgeois presentó también un tipo de instalaciones -siguiendo una línea de trabajo que ya estaba presente en La Destrucción del Padre (1974)- que llevan el título de Celdas, haciendo referencia tanto a las células elementales del organismo viviente, como a la cárcel que crea un aislamiento más impuesto que voluntario.

Estas Celdas son lugares de contemplación. Construidas en diversos materiales, ofrecen una experiencia íntima para compartir con el espectador. Según escribe la propia Louise Bourgeois, "estas celdas representan diversos tipos de dolores: tanto físico, como emotivo, como psicológico. ¿Cuándo se produce que el dolor del alma se transforma en físico? ¿Y cuándo el dolor físico se transforma en espiritual? Es un circuito cerrado, y el dolor puede comenzar en cada punto y desarrollarse en cada dirección".

¿Cómo puede Bourgeois pensar lo femenino -desde su propia experiencia de dificultad- en un mundo del inconsciente que la atormenta y la limita, que la cuestiona sobre su identidad misma? A través de una obra como El Arco de la Histeria (1992-1993) podemos intuir cómo sublima esta experiencia.

Para Bourgeois "la celda con la figura femenina, con el arco del histerismo, trata del dolor psíquico y emotivo; en el arco, dolor y placer se unen y forman un estado de felicidad. Este arco -es el momento de la tensión seguido de la dimensión- es sexual, un sustituto del orgasmo que no ha necesitado del acto. Ella crea su propio mundo en el cual es feliz. No está dicho que una persona en este estado deba por fuerza sufrir. Ella funciona en una celda creada para ella, donde las reglas de la felicidad y del estrés son desconocidas para nosotros".

La controvertida artista francesa ha mantenido -como en todos los aspectos de su vida- una posición muy independiente respecto al feminismo. En muchas ocasiones se ha sumado a actos de protesta feminista. Pero también ha afirmado: "yo soy una mujer, pero no estoy segura de ser una feminista".

Desde esta posición Louise Bourgeois se aproxima a las artistas más jóvenes. Ella sabe de la dificultad de pensar lo femenino y las contradicciones que la sexualidad tradicional ha impuesto sobre el cuerpo de la mujer, pero también sabe del poder y de la felicidad de un cuerpo propio que se experimenta a sí mismo intensamente.

 

FUENTES: MARTÍNEZ-COLLADO, Ana. Tendencias.
Perspectivas Feministas en el Arte Actual
, Murcia, 2005, pp. 233-234.

 

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