GEORGES BRAQUE. 50 ANIVERSARIO
EL MÚSICO
Con información de Julián Gallego
Una vez definido el lenguaje del Cubismo, una vez elaborados los elementos o signos de reconocimiento de las cosas, la alusión poética a algo que, en su propia esencia, ha dejado de interesarnos (la fruta que pinta un cubista no importa como fruta en sí, sino como signo de fruta; no nos extasiaremos ante el aterciopelado del melocotón, el brillo de la naranja, el polvillo de las uvas, el almíbar a lágrimas del higo, la húmeda transparencia de la tajada de sandía, como un bodegón de Levante; las frutas cubistas pudieran ser de cera, de yeso, de madera, de cartón), nada impide ya que juguemos hasta el infinito en sabios solitarios. A partir del año 1913, de esas alusiones mentales a las cosas, ideogramas más que representaciones, pasamos a organizarlas en aras de algo más y mejor: del cuadro. Es lo que se suele llamar Cubismo Sintético por el que reaccionan Pablo Picasso, Georges Braque y, sobre todo, otro español llegado a París, el joven madrileño José Victoriano González, que elige para firmar sus cuadros el seudónimo zurbaranesco de Juan Gris. Con el Cubismo Sintético el pintor no parece ya partir del análisis de un motivo particular, sino de los materiales pictóricos con los que se organiza el motivo. Las facetas menudas y cristalinas se sustituyen por planos más amplios y el color empieza a enriquecerse. Más adelante, hacia 1914, el énfasis sobre la superficie se incrementó con efectos puntillistas y texturas, como la de la arena en Vive la France (1914) de Picasso. Ya en 1915, pero sobre todo a partir de 1917, Picasso simultaneó la pintura cubista con un retorno a la figuración ingresca y clásica; pero en 1921, con su doble versión de Los Tres Músicos, creó una de las piezas culminantes del Cubismo Sintético. En algunas ocasiones, su obra retomó aspectos del Cubismo con valores expresivos continuamente renovados. Apartado de la pintura por la guerra (el Cubismo Sintético comienza, más o menos, un año antes de la Guerra Europea), Braque prosiguió a partir de 1917 su obra madura dentro del Cubismo (ese mismo año comenzaría El Músico, que terminó en 1918 y guarda conexión con la picassiana Los Tres Músicos) pero con un sensual y refinado uso del color, y a veces con poéticos símbolos, como el pájaro blanco. |
FUENTES: AA.VV. "El arte de vanguardia: fauvismo y cubismo", publicado en El Arte del Siglo XX, Barcelona, 1998, pp. 95-96; GALLEGO, Julián. "El Cubismo", nº 6 de Los Ismos en la Pintura, colección publicada por el rotativo ABC, Madrid, Prensa Española, 1975, p. 6. |
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