CARAVAGGIO. IV CENTENARIO (II)
LA CENA DE EMAÚS
Jesús Abades y Sergio Cabaco
Tras la Crucifixión de Cristo, dos de sus discípulos caminaban por Emaús cuando Jesús, resucitado, se les acercó y les acompañó en su paseo, sin que aquellos se percataran que se trataba del Maestro. Se disponían a cenar los tres juntos cuando Jesús partió el pan, lo bendijo y se lo dio a sus discípulos; los cuales, en ese momento, advirtieron que estaban en presencia del Maestro. Después de ello, Jesús desapareció de su vista. Este lienzo de Caravaggio, pintado en 1601 y conservado en la National Gallery de Londres, representa el momento en que Jesús bendice el pan, revelando así su verdadera identidad a los discípulos. El innovador tratamiento del pasaje convierte esta obra en uno de los mejores trabajos de Caravaggio. La mesa ha sido tratada como una naturaleza muerta, tan del gusto del autor, y la descripción física de Cristo, recreado como un joven imberbe, resulta del todo insólita. Frente a la serenidad, casi impavidez, del Redentor, la intensa emoción que experimentan los discípulos ante el descubrimiento se manifiesta a través de sus bruscos gestos y expresiones. La visión de la escena que lleva a cabo Caravaggio está pensada para hacer partícipe al espectador del momento. En 1606 el artista realizaría otra versión más convencional del mismo pasaje, conservada en la milanesa Pinacoteca de Brera. Ese mismo año, por su carácter satírico y violento, Caravaggio se vio envuelto en una de sus famosas reyertas. Sucedió durante el transcurso de un partido de pelota, en el que asesinó a un hombre con una espada y él mismo resulto herido. Huyendo de la justicia, se trasladó a la ciudad de Nápoles, donde, precedido por su fama artística, realizó algunas pinturas de gran empeño para centros religiosos que ejercerían un impacto decisivo en la configuración de la escuela napolitana de pintura, cuya edad de oro tendría lugar en el siglo XVII. |
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