DECOR CARMELI - SANTA APOLONIA Y SANTA SINCLETES

Rafael Redel Gámiz, Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

   

 

Cuando pasamos al interior de la parroquia cordobesa de Nuestra Señora del Carmen (antiguo Convento de Padres Carmelitas Calzados), además de contemplar la única nave que posee la iglesia, nuestra mirada se desplaza directamente hacia una de las joyas más importante de la pintura andaluza, nos referimos a la magistral obra que el pintor y escultor sevillano Juan de Valdés Leal realizó para esta iglesia en el año 1655.

Hemos dicho pintor sevillano, y esto puede chocar, ya que el mayor centro de pintura se encontraba en la capital hispalense; pero por avatares del destino, Juan de Valdés Leal pintó parte de sus obras en la vecina Córdoba, ya que contrajo matrimonio con una dama de la ciudad. Una de las más importantes fue la serie de pinturas para el retablo mayor del mencionado convento carmelita. Dicho retablo fue trazado por Sebastián Vidal en el año 1639, ejecutado por Pedro Freile de Guevara y rematado en pintura, en el año 1655, de la mano de Valdés Leal.

El retablo ha sufrido algunos contratiempos a lo largo de su historia, como fue su desplazamiento a la Catedral de Córdoba debido al incendio que sufrió la iglesia a principios del siglo XX. Allí permaneció hasta 1940, fecha en la que se reabre el templo al culto. En su nueva colocación, sufrió algunas alteraciones estructurales por haber estado un tiempo desmontado, perdiéndose el tabernáculo que lucía en el centro y alterándose los fustes estriados.

La estructura que presenta actualmente muestra un retablo con un banco, un gran cuerpo central y un ático. En la parte baja del mismo, se pueden ver las representaciones de Santa María Magdalena de Pazzi y Santa Inés; al otro lado, la obra que nos ocupa, Santa Apolonia y Santa Sincletes.

Santa Apolonia, natural de Alejandría, aparece ataviada como una noble contemporánea, costumbre habitual en la época a la hora de representar los santos antiguos (en no pocas ocasiones, también legendarios) cuya apariencia física se desconocía y, además, no profesaron en orden religiosa alguna ni poseían otra característica especial. En su mano derecha sostiene la palma de su martirio, y en la izquierda una siniestra tenaza con uno de los dientes que le fueron arrancados (ya sabemos que Valdes Leal fue uno de los más exhaustivos descriptores del gusto por lo macabro en el barroco hispano), aunque parece ser que su dentadura fue destrozada a palos por sus verdugos, de ahí que fuese nombrada Patrona de los Odontólogos e invocada por los que sufrían enfermedades dentales.

Respecto a Santa Sincletes, también conocida como Santa Sinclética, comparte muchas similitudes con la anterior: su origen, su abolengo, su condición de virgen (de ahí el ramo de azucenas que las separa) y el hecho de que también se la invoque contra los dolores de boca debido a la enfermedad que la dejó sin habla por haber gangrenado sus labios y sus mandíbulas. El autor también representa a la santa, que no fue mártir sino eremita, anacrónicamente, aunque en este caso utiliza el severo hábito de la orden, probablemente porque, a pesar de su cuna, optó por una vida de austeridad y privaciones. A diferencia de Apolonia, que mira directamente al espectador, Sincletes aparece cabizbaja y totalmente entregada a la lectura de un libro de oraciones.

Retomando la descripción del retablo, su tema central muestra la Asunción de Elías en el Carro de Fuego, magnífica representación tomada de las Metamorfosis de Ovidio. A los lados de esta pintura se encuentran los lienzos de Elías y los Sacerdotes de Baal y al otro lado Elías y el Ángel. Sobre estas dos representaciones vemos la Cabeza de San Juan Bautista y San Pablo, y San Rafael y San Miguel, rematándose el conjunto con el lienzo de Nuestra Señora del Carmen Protectora de los Carmelitas, muy similar al pintado por el mismo autor en el que se representa a la Virgen de los Plateros, conservado en la actualidad en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.

A los lados del ático que remata todo el conjunto, como no podían faltar en un retablo realizado para Córdoba capital, se encuentran las imágenes de los Patronos de la ciudad: San Acisclo y Santa Victoria.

 

FUENTES: REDEL GÁMIZ, Rafael. "Del Carmen de Puerta Nueva
a La Magdalena (Parte II)", en Córdoba Eterna, nº 25, Febrero de 2007.

 

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